Tontas y tontos

Según el diccionario de la RAE, tonto es el adjetivo que identifica a la persona falta o escasa de entendimiento o de razón. Viene esta definición a cuento de un percance de tráfico rodado en el que me vi inmerso el pasado día 24-7-2024, a una hora en la que el sol castigaba con dureza.

El percance mencionado se produjo en una rotonda – a las que les tengo verdadera tirria – tal como muestra la imagen 1.

El percance originó pocos desperfectos en los vehículos y ninguno a la conductora, a mí y a mí mujer, por lo que, al comienzo de nuestra charla, ni ella ni yo, nos preguntamos si estábamos bien.

Obviamente, un percance de tráfico rodado lo puede tener cualquiera, pues todos cometemos errores, pero la conductora del vehículo contrario, tras pararlo y apearse de él, manifestó y mostró evidentes muestras de desagrado hacia mi pericia como conductor, por lo que le respondí diciéndole que el error lo había cometido ella, algo que, claramente, no le hizo ninguna gracia, por lo que devolvió mi afirmación con airadas respuestas que ratificaban su opinión: ella lo había hecho bien, y yo mal. El tono, actitud y gestos de la conductora me aconsejaron no mantener con ella ningún intercambio de palabras sobre lo que acababa de suceder, por lo que me mantuve en silencio a la vez que le facilité los datos que hacen al caso en este tipo de percances.

Tras aquel trámite, la conductora consideró conveniente la presencia de los agentes de la Policía Local, deseo al que no le puse ningún inconveniente y, en consecuencia, mediante el móvil convocó a los agentes al lugar de los hechos.

Los agentes preguntaron cual era el carril por el que circulaban los vehículos en el momento del percance; las respuestas fueron determinantes para que los agentes, sin dudarlo, afirmaran que el vehículo que circulaba por el carril derecho de la rotonda era el que lo había hecho bien. Se me ha quedado grabada la cara que puso la conductora al oír aquello, para ella debió de ser una desagradable sentencia, tanto que comentó a los agentes: «pues siempre lo he hecho así», a lo que los agentes le respondieron: «siempre lo ha hecho mal».

Creo que nunca he sido ejemplo de nada y, como conductor de vehículos tampoco. Añado a esto que cuando me examinaron para obtener el carné de conducir no existían las rotondas o, si existían, ni siquiera figuraban en los textos de aprendizaje del Código de Circulación, al menos yo no lo recuerdo. Traigo esto a cuento porque, desde entonces, siempre he tratado de mantenerme al día en cuestiones tan vitales como lo es la conducción de vehículos a motor, para lo que he recurrido a informarme, entre otros, en los distintos medios de comunicación, además de tratar de explicarme a mí mismo porqué es necesario, conduciendo vehículos, hacer las maniobras de esta u otra manera, según señala el Reglamento de Circulación.

Dicho lo anterior, también creo recordar que la ya mencionada conductora afirmó que, en las rotondas, «casi todo el mundo hace lo mismo que yo», afirmación que me resulta incomprensible y que me trae a la memoria el sabio refrán «mal de muchos, consuelo de tontos».

Comportamientos como el de esta conductora, que no pidió disculpas tras enterarse de su incorrecta maniobra, es muy probable que abunden y, por ello, ruego comportamientos sin arrogancia, moderación, humildad, y sin edadismo, a quienes se vean involucrados en percances como el descrito.