Arreglo de un aspersor Rain Bird modelo nº 15103

Tarde o temprano, el uso estropea cualquier tipo de artilugio, y este es el caso del mencionado en el epígrafe. La imagen 1 muestra este aspersor parcialmente desmontado, de modo que lo que muestra en su parte derecha se aloja y enrosca en lo que muestra su parte izquierda.

El agua entra al cuerpo del aspersor por su parte inferior señalado por la flecha azul, y llena su parte troncocónica inferior. La tuerca señalada con la flecha amarilla – ya enroscada al cuerpo -, la pieza blanca, señalada con la flecha roja, y la pieza hexagonal que la atraviesa (flecha verde), impiden la salida del agua al exterior, de manera que la presión aumenta en el interior del cuerpo del aspersor que provoca una fuerza sobre la pieza hexagonal (flecha verde) que la obliga a ascender venciendo la fuerza ejercida por el muelle, contraria a la anterior. ¿Porqué se averió el aspersor? Porque la pieza blanca, degradada por los años y el uso, se fragmentó – hasta el extremo de salirse de su alojamiento en la tuerca (flecha amarilla) -, impidiéndole obturar la salida del agua al exterior, lo que, a su vez, disminuye la presión de agua en el cuerpo del aspersor que impide, así, la subida de la pieza hexagonal y, por lo tanto, el correcto funcionamiento del aspersor.

¿Cuál es la solución del problema? La mejor es substituir la pieza dañada por una nueva, pero el fabricante ya no vende repuestos para este modelo de aspersor, pero, teniendo en cuenta que el resto de sus piezas están en buen estado, creo que merece la pena intentar arreglarlo; en consecuencia, lo que sigue, es la descripción de este arreglo.

Cuando decido arreglar algo sigo siempre estas pautas:

  • Trazado de la parte del artilugio objeto del arreglo.
  • Diseño de las piezas que formarán parte del arreglo que, ineludiblemente, cumplirá con los requisitos siguientes:
  • Que tenga la mayor simplicidad posible.
  • Que incluya materiales que tenga o pueda tener.
  • Que la confección de las piezas diseñadas, estén al alcance de mis posibilidades, incluyendo el herramental.
  • Confeccionar las piezas.
  • Montaje.
  • Pruebas.

La obturación entre lo que substituya a la mencionada pieza blanca y la hexagonal es una junta tórica, mantenida en su sitio mediante tres piezas superpuestas hechas con lámina de PVC de 3 mm de espesor. Entre la pieza superior e inferior se alojará la tórica, y la intermedia la abrazará tratando de que haga una ligera presión sobre todas las caras de la pieza hexagonal (flecha verde); el conjunto, así formado, se unirá a la tuerca (flecha amarilla) mediante tres tornillos de M2, tal como es visible en la imagen 2

Al conjunto así formado, le añadí una brida tope para que el muelle sitúe la tuerca en su lugar apropiado. Para incrementar la estanqueidad del conjunto formado por las placas de PVC – tórica, recubrí con pegamento de contacto los cantos de las primeras.

La imagen 3 muestra distintas fases de desmontaje de los internos del aspersor.

La imagen 4 muestra el trazado sobre la lámina de PVC de dos de las piezas hechas con este material, y una de ellas terminada.

Otro aspecto de la reparación:

La llave construida necesaria para enroscar y desenroscar la tuerca interna del aspersor

Prueba final:

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Ventanal que el tiempo averió

A principios de la década de los ochenta del siglo pasado, cerramos con un ventanal la terraza de casa, periodo de tiempo más que suficiente para destrozar las rueditas de sus correderas (Imagen 1), además de todas sus frisas, a causa de lo cual decidimos arreglarlas; para ello, empecé sacándole los tornillos que unen sus cuatro marcos de aluminio, una de cuyas esquinas es la visible en la imagen 2, en la que también se ve, ya extraída de su sitio, una de las rueditas dañadas.

1

2

Por el tiempo transcurrido desde la instalación del ventanal intuí como misión imposible encontrar repuestos para las rueditas de sus correderas, de modo que, tras probar dos de los repuestos que me ofrecieron en una tienda, decidí adaptar uno de ellos a los viejos, pero en buen estado, marcos de aluminio. La imagen 3 muestra las apreciables diferencias dimensionales en altura de las rueditas viejas (izquierda) y las nuevas (derecha), de modo que así, a bote pronto, parece como si recortando la altura de los nuevos bastara para solucionar el problema, pero el diámetro de la ruedita, propiamente dicha, también es mayor, lo que provoca su interferencia con la parte del marco donde se aloja el tornillo de unión entre marcos, lo que impide introducir las rueditas hasta su sitio.

3

La imagen 4 muestra la geometría del extremo del marco señalado con la flecha en la imagen 2

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Asimismo, la imagen 5 muestra la forma en que se montan las nuevas rueditas; en ella se indica con líneas azules la trayectoria que debe seguir para alojarse correctamente en el perfil de aluminio.

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En la imagen 6 son visibles las siguientes interferencias que impiden el montaje de las rueditas, tal como las compré:

  • a -Los dos bordes inferiores de la carcasa de la ruedita sobrepasa el tabique interno del perfil de aluminio.
  • b – La ruedita, propiamente dicha, tropieza con el alojamiento del tornillo.
  • c – El tabique de cabeza opuesto al visible y los dos horizontales de la carcasa de la ruedita, también tropiezan con el alojamiento del tornillo.
  • d – La parte de la carcasa de la ruedita por encima de las dos líneas azules, tropieza con el perfil de aluminio.
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Dicho lo anterior, corresponde ahora apuntar la solución; en lo que se refiere a la carcasa:

  1. Extraer la ruedita de su carcasa (simplemente, tirando de ella hacia arriba).
  2. Recortar la parte inferior de los dos tabiques laterales de la carcasa de la ruedita.
  3. Eliminar los dos tabiques horizontales de la carcasa.
  4. Recortar el tabique frontal (el no visible en la imagen) por su parte inferior.
  5. Eliminar la parte de la carcasa por encima de las líneas azules, pero sin dañar los dos salientes de la carcasa.

En lo que se refiere al perfil de aluminio del marco de la corredera:

  1. Primero con broca, después con fresa, o todo a base de fresa, eliminar unos 30 mm de la parte del perfil de aluminio destinada a enroscar el tornillo. Esta eliminación debe iniciarse dejando, como mínimo, desde el extremo del perfil un tramo de 10 mm de longitud en el que se enrosca el tornillo.

Hechas estas operaciones – no tienen la menor dificultad -, las piezas quedan como muestran las distintas posiciones de la carcasa de las rueditas en la imagen 7, y el perfil de aluminio en la 8.

7
8

La etapa siguiente consiste en introducir las carcasas en sus marcos hasta que hagan tope con los extremos de estos, tras lo que se les repondrán las rueditas, operación que – mediante una cuña o similar – requiere forzar ligeramente la apertura de uno de los lados del perfil de aluminio para permitir el acceso de las rueditas a sus carcasas, pues la longitud de sus ejes es mayor que la entrada del perfil (ver imagen 9).

La reposición de las frisas, no tiene la menor dificultad.

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El deficiente USB de los cables de móvil

Hace meses adquirí un automóvil en cuyo equipamiento se incluye Android Auto que, de facto, permite “rodar” ciertas funciones del móvil en el sistema informático del vehículo, algo que se consigue interconectando ambos con un cable.

Es indudable que este binomio móvil-coche es un gran invento, pero a pesar de tan potente tecnología, también tiene su talón de Aquiles que, curiosamente, no radica en la complejidad de los circuitos electrónicos de ambos equipos, sino en uno de los USB que incorpora ese vulgar cable de interconexión, visible en la imagen inferior, que se conecta al móvil.

Como sé poco de la cuestión, rastreé en Internet el proceloso mundillo USB y, francamente, tuve la sensación de haberme sumergido en la ceremonia de la confusión pues algo tan simple tiene versiones (1.0, 1.1, 2.0, 3.0, 3.1, 3.2) y tipos (de las versiones 1.0 al 2.0: tipos A, B, mini A, Mini B, micro A, micro B. De la versión 3.0: tipos A, B y micro B. De la versión 3.1: tipo C) y, a buen seguro, continuará esta coña mariñeira. Que un simple conector como este tenga semejante cantidad de variantes, solo puede ser debido a quien, en inglés, delira lo simple que, además, solo sabe explicarlo a los ya introducidos en el tema. Digo esto porque durante estos viajes míos por Internet me acordé de los yogures expuestos en las grandes superficies: no hay hijo de madre que encuentre el que busca.

Dicho lo anterior, retomo el hilo de este relato y me sitúo en la primera vez que, haciendo uso de Android Auto, vi como inesperadamente desaparecía la imagen de la pantalla de mi vehículo… ¿el móvil, el coche, o qué? Mi primera decisión fue cambiar el cable y substituirlo por otro de mayor apariencia, cambio de resultado satisfactorio durante algún tiempo pues la desaparición de imagen volvió a repetirse. Este quita y pon de cables se repitió cuatro veces, pero hastiado de él decidí averiguar la causa de la avería, y mira tú por donde detecté que al mover el USB C, pero sin desconectarlo del móvil, se reproducía sistemáticamente la pérdida de imagen, algo que me llevó a pensar en la existencia de algún problema en el conector del móvil o en el del cable.

Deseché la idea de hurgar en el móvil, de modo que, armado con una potente lupa, me enfrenté al dichoso USB del cable comprobando que no todos los que analice tenían la misma cantidad de pins – si, esas laminillas de latón que sirven de contactos eléctricos – aunque todos daban el mismo servicio, algo que me dejó perplejo haciéndome sumergir en la ceremonia de la confusión a la que antes me referí. Sea como fuere, llegué a la conclusión de que ciertos pins del USB del cable, con el tiempo, perdían su contacto eléctrico con los del móvil a causa de los varios enchufes y desenchufes, a lo que se le añadía el movimiento relativo del conector con relación al móvil provocado por un huelgo excesivo entre ambos que, además, aumenta con el uso. La Fig. 1 muestra una vista frontal de un USB tipo C – los 24 pines representados son los teóricos, aunque en ningún cable que comprobé pude constatar tantos -. En esa condición el conector funciona perfectamente, pero, tras un cierto periodo de uso, se deforma, tal como se ve en la Fig. 2, con lo que los pines de su parte central pierden el contacto con los correspondientes del móvil, provocando así la perdida de imagen en la pantalla del coche.

Fig. 1

Fig. 2

¿Cómo se corrige la avería? Muy sencillo: con un alicate apretar el conector en la dirección indicada por las flechas de la Fig. 3 hasta dejarlo como está en la Fig.1, tratando de no sobrepasar esta condición.

Fig. 3

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Otra reparación de un flash Elinchrom Quadra Hybrid A

Como ya expliqué en https://ganandobarlovento.es/category/bricos/page/2/ , y como era de esperar, de nuevo, se volvió a repetir la rotura de la orejeta-soporte de otro flash Elinchrom Quadra Hybrid A. Así pues, lo que sigue es la descripción de la solución que, esta vez, he dado a tal rotura.

La parte trasera de este flash en la que se encuentra su orejeta-soporte, tiene forma troncocónica, y es precisamente en ella donde le ceñí con tres tornillos (los señalados con flechas amarillas en la Fig. 8) una lámina de aluminio de 3 mm de espesor (la señalada con la flecha roja en la misma Fig.), y que en uno de sus extremos incluía la orejeta substituta de la rota. El simple desarrollo de esta lámina lo hice mediante un programa CAD de ordenador.

Fig. 8

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Un compresor aerográfico – KKmoon model AC 18 – , tan publicitado como deficiente

Finalizado el proyecto de un modelo de embarcación, decidí pintarlo por aerografía, para lo que, después de algunos días de búsqueda y comparativas por Internet, decidí – en mala hora – adquirir un equipo compuesto por tres aerógrafos y un mini compresor de aire idénticos a los mostrados en la Fig. 1.

Fig. 1

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