Tarde o temprano, el uso estropea cualquier tipo de artilugio, y este es el caso del mencionado en el epígrafe. La imagen 1 muestra este aspersor parcialmente desmontado, de modo que lo que muestra en su parte derecha se aloja y enrosca en lo que muestra su parte izquierda.
El agua entra al cuerpo del aspersor por su parte inferior señalado por la flecha azul, y llena su parte troncocónica inferior. La tuerca señalada con la flecha amarilla – ya enroscada al cuerpo -, la pieza blanca, señalada con la flecha roja, y la pieza hexagonal que la atraviesa (flecha verde), impiden la salida del agua al exterior, de manera que la presión aumenta en el interior del cuerpo del aspersor que provoca una fuerza sobre la pieza hexagonal (flecha verde) que la obliga a ascender venciendo la fuerza ejercida por el muelle, contraria a la anterior. ¿Porqué se averió el aspersor? Porque la pieza blanca, degradada por los años y el uso, se fragmentó – hasta el extremo de salirse de su alojamiento en la tuerca (flecha amarilla) -, impidiéndole obturar la salida del agua al exterior, lo que, a su vez, disminuye la presión de agua en el cuerpo del aspersor que impide, así, la subida de la pieza hexagonal y, por lo tanto, el correcto funcionamiento del aspersor.
¿Cuál es la solución del problema? La mejor es substituir la pieza dañada por una nueva, pero el fabricante ya no vende repuestos para este modelo de aspersor, pero, teniendo en cuenta que el resto de sus piezas están en buen estado, creo que merece la pena intentar arreglarlo; en consecuencia, lo que sigue, es la descripción de este arreglo.
Cuando decido arreglar algo sigo siempre estas pautas:
Trazado de la parte del artilugio objeto del arreglo.
Diseño de las piezas que formarán parte del arreglo que, ineludiblemente, cumplirá con los requisitos siguientes:
Que tenga la mayor simplicidad posible.
Que incluya materiales que tenga o pueda tener.
Que la confección de las piezas diseñadas, estén al alcance de mis posibilidades, incluyendo el herramental.
Confeccionar las piezas.
Montaje.
Pruebas.
La obturación entre lo que substituya a la mencionada pieza blanca y la hexagonal es una junta tórica, mantenida en su sitio mediante tres piezas superpuestas hechas con lámina de PVC de 3 mm de espesor. Entre la pieza superior e inferior se alojará la tórica, y la intermedia la abrazará tratando de que haga una ligera presión sobre todas las caras de la pieza hexagonal (flecha verde); el conjunto, así formado, se unirá a la tuerca (flecha amarilla) mediante tres tornillos de M2, tal como es visible en la imagen 2
Al conjunto así formado, le añadí una brida tope para que el muelle sitúe la tuerca en su lugar apropiado. Para incrementar la estanqueidad del conjunto formado por las placas de PVC – tórica, recubrí con pegamento de contacto los cantos de las primeras.
La imagen 3 muestra distintas fases de desmontaje de los internos del aspersor.
La imagen 4 muestra el trazado sobre la lámina de PVC de dos de las piezas hechas con este material, y una de ellas terminada.
Otro aspecto de la reparación:
La llave construida necesaria para enroscar y desenroscar la tuerca interna del aspersor
Antaño, las gentes de mar afirmaban «A la mar, madera», cuando querían manifestar que ese material era el óptimo para hacer embarcaciones; han pasado los años y desde hace algo más de un siglo, bien podrían decir «A la mar, acero», dado que es ese material el predominante en la construcción naval, aunque otros materiales hayan irrumpido en ella con fuerza.
Reconozco que nunca he prestado demasiada atención a los barcos de construcción tradicional en madera, hasta que, hace algunos años, encontré en Internet un .pdf titulado “Carpintería de ribera en Galicia (1.940 – 2.000)”, cuya lectura “enganchó” mi afición a ese tipo de embarcaciones. Por múltiples razones, mi vieja afición al modelismo naval se marchitó completamente, pero no así mi afición a lo naval que se mantiene intacta y, tal vez por ello, releí el mencionado .pdf, del que me surgió la idea de hacer un diseño en 3D de uno de los varios tipos de barco pesquero gallego que muestra y describe; el elegido responde a una eslora total de 14.40 m, en si día construido en un astillero de Cedeira – La Coruña.
La idea de este diseño consiste en representar en 3D todas y cada una de las piezas estructurales que componían aquellos pesqueros, incluyendo su escantillonado y formas de conexión entre ellas. Como se señala en el mencionado .pdf, nunca se han hecho planos completos de este tipo de embarcaciones, si se exceptúan los pocos trazados de sus cuadernas maestras; por tal motivo, me he visto obligado a suponer muchas de las soluciones constructivas utilizadas en ellos, proceso en el que he tratado de ser fiel a la información contenida en ese .pdf, a la que también he añadido otras, cuando lo he creído imprescindible. Por estas razones, no tengo seguridad de que las soluciones que presento aquí respondan con toda fidelidad a las que adoptaron los carpinteros de ribera gallegos; no obstante, he tratado que su soporte técnico sea correcto.
Ninguna parte estructural de un barco se diseña sin haber trazado antes su plano de formas, de modo que, cualquier proyecto de este tipo debe comenzar por él y, para ello, me valí del alzado y planta que muestra la página 233 del .pdf. De ellas puedo decir que la parte de proa de la embarcación, obtenida de esta manera, era lo más parecido a la forma de una popa, por lo que decidí rehacerla completamente. El proceso de hacer este o cualquier otro plano de formas al estilo tradicional, aunque sea hecho por ordenador, es largo, tedioso por momentos y, además, requiere gran paciencia. Sea como fuere, este es el resultado:
Naturalmente los planos de formas no se presentan como lo hago aquí, lo he hecho así para que, quien se interese en el tema, pueda visualizarlo mejor.
El .pdf, además de mostrar sucintos planos de formas, también muestra planos de disposición de cuadernas, baos y barraganetes, cuaderna maestra, y ciertos detalles estructurales de popa, en los que me apoyé para hacer el diseño de piezas en 2D, imprescindible para hacer su trazado en 3D.
Hechas las anteriores puntualizaciones, comencé el diseño de piezas por la parte de popa del pesquero, tal vez, su parte más compleja, motivo por el que, más de lo que hubiera deseado, me sumergí en el proceso de error, borrado y vuelta a empezar. Con respecto a esto, debo decir que mi inexperiencia y avanzada edad, no contribuyeron, precisamente, a facilitarme las cosas. ¡Ah!, se me olvidaba: este proyecto fue muy complicado para mí, pues me exigió gran esfuerzo de búsqueda para las soluciones técnicas de la madera, especialmente lo relacionado con los tipos de conexión entre los distintos elementos, y me exigió la resolución de los problemas que me planteó el programa de diseño en 3D, del que no ando muy sobrado. Por último, debo decir que en nuestro país hay muy escaso interés por los temas navales, si se exceptúan ciertas partes del litoral; por ello, dejo aquí este granito de arena por si puede contribuir a mejorarlo, aunque no deseo ocultar que, si abordé un proyecto como este, fue por puro entretenimiento de jubilado.
Las siguientes imágenes muestran muchos de los elementos estructurales que componían la popa del pesquero:
LEYENDA
Nº
Nombre de la pieza
1
Quilla
2
Codaste proel
3
Codaste popel
4
Puente
5
Limera
6
Espina
7
Parejas
8
Barraganetes
9
Cuadernas
10
Baos
11
Alefriz quilla
12
Alefriz codaste proel
13
Dormidos de popa
14
Conexión rayo de Júpiter
Las cuadernas eran dobles, aserradas y, excepto las de los extremos de proa y popa, estaban formadas por las piezas que muestra la imagen 9.
Desde que la sociedad en la que vivo decidió poner punto final a mi etapa como persona que tiene un trabajo retribuido, me he dedicado, de lleno, a tratar de entender su funcionamiento, especialmente en lo que se refiere a la legislación que lo regula; de modo que hoy me considero integrado en ese club de los que nos gusta ir documentados por el mundo y, sobre todo, con criterio propio – naturalmente, puedo equivocarme, soy humano -, pero, rara vez, hago o digo algo que pueda tener alguna trascendencia sin haber sopesado antes sus posibles consecuencias.
No siempre aprecio esta actitud en las generaciones jóvenes, pues, una y otra vez, dan la imagen de conceder únicamente crédito a sus iguales, a la vez que, de forma un tanto despótica, ningunean la experiencia y conocimientos de sus mayores pues, a causa de sus prisas por llegar a no se sabe dónde y sus limitados conocimientos extra tecnológicos, se precipitan tomando decisiones, que, de vez en cuando, les reporta algún que otro disgustillo. Aunque se beneficien de ellos, tampoco saben reconocer los aciertos de los viejos. Parece que abordan su vida sin tiempo para dedicarse a otra cosa que no sea aprender y practicar las últimas tecnologías que prefiero no mencionar, solo sea por una vez.
Creo que deben ser legión quienes participan en eso que ha dado en llamarse redes sociales que, lejos de unir a los individuos, los ha separado. ¿Quién no ha visto a varios jóvenes reunidos sin hablar entre ellos, pero todos “enchufados” al móvil? Me produce gran tristeza ver algo así, y creo que sus negativas consecuencias deberían animar a los expertos en la cuestión a alertar a los poderes públicos sobre su maleficencia. Serán pocos los jóvenes de hoy que hayan leído más de media docena de libros, algunos de lectura fundamental, pues esos mal utilizados móviles los aísla de tal manera que les hace creer, para mayor inri, que la verdadera cultura y conocimiento la poseen cuando, con gran ardor, los empuñan, animándolos, además, a minusvalorar a quienes no participamos en ese rito. En los años que tengo, jamás he visto tantas faltas de ortografía en personas con título superior o medio, basta con leer los periódicos para comprobarlo; tantos textos incorrectamente redactados que solo son comprensibles para ese grupo de analfabetos que, encima, alardean de no saben qué; ignorancia absoluta de la historia de España y menos aún de la de otros países; desconocimiento de la geografía de su país; incapacidad para distinguir el gótico del barroco; y prefiero no entrar en cultura musical porque, en términos generales, la música de hoy no pasa de ser un ruido informático atiborrado de mucha furrufalla de luces ¿Dónde está la rebeldía de la que históricamente siempre han hecho gala los jóvenes? ¿Tanto les está afectando el uso masivo del móvil que les incapacita para pensar independientemente de los demás y tomar como correcto patrón de vida los ladinos mensajes que reciben a través de él, y que, encima, tildan de “sistema” a admirar e imitar?
Estoy a favor del avance tecnológico; con lo que nunca estaré de acuerdo es con la utilización de tanta tecnología para abusar o laminar el libre pensamiento de las personas pues, lamentablemente, he sido testigo de críticas a viejos por el simple hecho de estar en desacuerdo con ciertas prácticas comerciales actuales, o por su frontal oposición a este atroz método «Para hablar con fulanito, pulse uno; con citanito, pulse dos… Todos nuestros operadores están ahora ocupados, permanezca atento, gracias»; estado en que los segundos dan paso a los minutos, estos a las horas y es grande la suerte si algún humano atiende tu llamada. Para su vergüenza, esta inhumana práctica también la utiliza la administración pública contra sus mal administrados. Pongo solo un par de ejemplos, pero, desgraciadamente, hay muchos más que utilizan las últimas tecnologías como burladero y siempre en contra del ciudadano, especialmente contra los que ya nos ha pillado «talluditos» para asimilarlas.
Con el nombre genérico de pesquero del Cantábrico, se conoce a un conjunto de embarcaciones construidas en madera que, durante gran parte del siglo XX, fueron dedicadas a las faenas pesca en la práctica totalidad del litoral cantábrico español. Embarcaciones de este tipo fueron construidas en diferentes dimensiones, aunque las relaciones entre sus dimensiones principales se mantuvieron en el entorno de las siguientes:
Eslora total/Manga=3.5 Manga/Puntal=2.5
Por lo demás, deseo decir que eran unas embarcaciones de gran estética naval, enormemente marineras, dotados de fuerte arrufo y brusca, características estas muy apropiadas para desalojar el agua embarcada a causa de los embates del frecuentemente embravecido Cantábrico. La fotografía 1 muestra una embarcación que responde a estas características.
1
Hecha la escueta presentación de este tipo de barco, paso ahora a describir el proceso de elección, diseño y construcción de uno de sus modelos RC:
Para hacer este modelo, elegí un tipo de barco que considero icónico dentro de las embarcaciones de pesca.
Naturalmente, lo ideal para hacer un modelo, de este o de cualquier otro barco, sería disponer de su plano de formas y el de su disposición general, pero esto solo es posible si el astillero constructor o el proyectista los pone al alcance del modelista, algo que nunca he conseguido.
Para definir las formas de su casco, busqué en internet imágenes de planos de formas correspondientes a este tipo de pesquero, y elegí el que me pareció más característico: el de uno llamado Miramar (imagen 2, lamento no haber anotado su URL).
2
4. Copié la imagen del plano del Miramar en el área de trazado del programa CAD que utilizo para diseño, y calqué, en color rojo, algunas de sus líneas. Esta operación es visible en la imagen 3.
3
Hago notar que las líneas rojas y negras no coinciden en todos los casos; tampoco están a la misma distancia, ni perfectamente paralelas entre sí, como como debería ocurrir en el caso de las líneas verticales y las horizontales perpendiculares a ellas. Esto es algo normal producido por el proceso de obtención de la imagen y, sobre todo, cuando ha sido el resultado de una cadena de copias. La utilización de estas imágenes para hacer las distintas piezas del modelo, sin antes comprobar su fidelidad de trazado, acarrea el gran riesgo de obtener forrados muy irregulares, que provocarán, sí o sí, la necesidad de emplastecer y generosos tiempos de lijado, prácticas tan poco recomendables como extendidas entre muchos modelistas navales.
Antes de continuar, diré que todo el diseño del modelo está hecho en diédrica (mejor debería decirse “triédrica”), también conocida como geometría descriptiva, un tipo de representación extensivamente utilizada en diseño naval.
5. Tras el proceso anterior, se obtiene un plano vectorial al que se le puede modificar (editar) cualquier característica; tal es la siguiente imagen 4, copia de la parte roja de la anterior:
4
6. El paso siguiente consiste en colocar el trazado de la parte inferior derecha a la misma altura del trazado de su parte superior, sin más que situar sus líneas horizontales como prolongación unas de otras, además de añadir las líneas verticales que faltan, tal como se ve en la imagen 5, a la que se han añadido las letras «A», «P» y «CC», iniciales con las que identifico los nombres de las tres representaciones que forman el plano de formas de cualquier embarcación, «alzado», «planta» y «caja de cuadernas» (perfil), respectivamente.
5
La imagen 6 es idéntica a la anterior excepto que se ha cambiado el color de algunas líneas, se han añadido otras verticales, y también se le ha puesto nombre a las más significativas.
6
7. El plano así obtenido, lo escalé para que tenga una eslora total de 1060 mm. Ahora empieza lo que antes se llamaba corrección de líneas; digo esto, porque dudo si aún se seguirá haciendo de la manera que explicaré, dada la fulgurante y merecida irrupción de los programas informáticos en el diseño naval. Y… ¿qué es eso de la corrección de líneas? Para explicarlo recurriré a la imagen 7, un fragmento del plano anterior. En él, he señalado con una X (en «A», «P» y «CC») el punto de corte de la cuaderna 8 (de color verde) con el canto superior de la amurada; si el plano copiado estuviera perfectamente hecho, la altura de este punto sobre la línea base debería de ser idéntica en «A» y en «CC», sin embargo no es así, pues en el primero es de 202.73 mm y en el segundo 200.32 mm, lo que obliga a modificar la altura que el punto tiene en «A», la que tiene en «CC», o en ambas, pero siguiendo a rajatabla este criterio: las alturas finales serán idénticas y si para ello se modifica la posición de la línea de la cuaderna o la del canto superior de la amurada, o ambas, no deben formarse en ellas ondulaciones anormales, tal como se aprecia en la parte alta de la cuaderna 8 de la imagen 7a. Lo dicho para la altura es exactamente lo mismo que para la semimanga (anchura), pues en «P» tiene 149.87 mm y en «CC» 145.73, lo cual es inadmisible que requerirá corrección de líneas, exactamente igual a lo explicado en el caso de las alturas.
77A
8. Todos los puntos de cruce de cuadernas con líneas de agua, cubierta al costado, borde superior de la amurada, o cualquier otro, deberán cumplir inexorablemente las condiciones de igualdad de alturas y de semimangas, según lo antes explicado. Naturalmente esto requiere algo de paciencia, y cierta experiencia, pero ¿quién aprende a andar en bici sin subirse a ella?
9. Hecho lo explicado hasta aquí, se obtiene el plano de formas del modelo, tal como muestra la imagen 8.
8
10. El anterior es un plano básico y fundamental para diseñar cualquier pieza constitutiva del casco; tal es el caso de su anillo longitudinal en el que se encajarán las cuadernas (las numeradas en la imagen 9), tubo de bocina (alojamiento del eje de la hélice), limera de la mecha del timón. Este anillo se compone de varias piezas hechas con listones de madera de 27 x 9 mm, cuyo despiece es visible en la imagen 10. Ni que decir tiene que este diseño es una de las varias soluciones posibles.
910
11. Antes de insertar las cuadernas, se recortará el anillo como muestra la imagen 11, además de instalarle el tubo de bocina y de limera. Las zonas marcadas en gris son los sobrantes que será necesario eliminar después de forrar el modelo.
11
12. Naturalmente, las cuadernas también se obtienen del plano de formas. De ellas, la nº 3.5 y la 5 son las mostradas en las imágenes 12 y 13.
1213
13. Las imágenes 14, 15 y 16 muestran el anillo longitudinal, sin y con las cuadernas instaladas, y los tubos de bocina y de limera, así como una fotografía real del conjunto.
141516
14. Las tapas de regala también se obtienen del plano de formas, salvo que, al no ser planas, es necesario previamente trazar su desarrollo sobre un plano, tal como se ve en la imagen 17.
17
15. Conviene ahora instalarle al modelo sus tapas de regala (babor y estribor) para prevenir la rotura de cualquiera de los barraganetes durante las manipulaciones a que se someterá durante su forrado (ver imagen 18). Las tapas de regala se recortarán con sobrantes con objeto de acabarlas después de forrado el modelo.
18
16. Al igual que las piezas anteriores, también el trancanil se obtiene del plano de formas, aunque, también éste, necesita desarrollarse sobre un plano, tal como se ve en la imagen 19.
19
17. Regala y trancanil, además de la función antes señalada para el primero, también tienen asumida la de mantener los planos de las cuadernas perfectamente perpendiculares al plano del anillo longitudinal durante el proceso de forrado del modelo. La imagen 20 muestra toda la estructura fundamental del modelo, de la que únicamente falta el forro y las brazolas de las escotillas.
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18. La fotografía 21 es una imagen real del modelo con su casco ya forrado y la cubierta idéntica a la imagen 20.
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19. La imagen 22 muestra, ya montadas, las brazolas de las escotillas y, concretamente, en la central es visible que los tramos de bao de las cuadernas y el tramo del anillo longitudinal existentes en el hueco de la escotilla, han sido eliminados. Las brazolas pueden montarse, antes o después de forrar la cubierta del modelo, a gusto del modelista, aunque hacerlo después tiene la ventaja de una perfecta alineación de tracas y de un lijado más cómodo de la cubierta, tras el forrado. Este modelo ha seguido la última modalidad.
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20. La imagen 23 muestra la forma de montar las brazolas de ambas escotillas.
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21. El siguiente paso consiste en instalar el forro exterior y el de cubierta del modelo. Las imágenes 24 y 25 muestran un fragmento de popa del forro exterior del modelo próximo a su finalización, y un momento del forrado de su cubierta.
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22. Finalizado el forrado, se lijarán todas sus superficies y se recortarán los sobrantes del anillo longitudinal y tapas de regala, tal como muestra la fotografía 26, en la que, cuando fue tomada el año 2003, ya tenía instalado el cintón, las sobretapas de regala de proa y popa, perforados los imbornales, barnizado interior y exteriormente, y construida la superestructura.
Casi siempre he hecho mis modelos con tracas de contrachapado, pero creo que es mejor hacerlas de madera maciza, especialmente si el modelo únicamente se barniza, aunque no sea este el caso de este modelo, pues, posteriormente, fue pintado como muestra la fotografía 27.
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23. Las imágenes 28 y 29, muestran, finalmente, dos momentos de la construcción de la superestructura, una en diseño 3D y la otra real.
Deambulando por casa, tropecé casualmente con una carpeta cuyo contenido era el de la imagen de abajo. Una rápida ojeada me transportó a una parte de mi vida que, hace tiempo, decidí enterrar en el olvido por pura profilaxis mental. Inevitablemente, acudieron a mi mente hechos vividos muy relacionados con un maléfico personaje – de cuyo nombre no quiero acordarme – que, a buen seguro, ya habrá olvidado, pues pertenece a ese tipo de persona ahíta de ambición, ególatra empedernido, felón de vocación, trepa impenitente, y ayuno de buena conciencia.
En aquella reunión te proclamaron «Führer» de la empresa, para desgracia de ella, su dueño e hijos, y la mayor parte del personal. Aprovechando la ocasión, el ofuscado dueño enumeró las pautas que en adelante seguiría su empresa – un conjunto de disparates que, el tiempo, no tardó en corroborar -, a las que tú dijiste amen y el propietario “adornó” con esta injusta y dictatorial frase «el que esté de acuerdo, que se quede, el que no, ahí tiene la puerta». Tantos disparates y omitidos agradecimientos por los éxitos logrados hasta entonces por la empresa – que no por ti -, me hicieron valorar seriamente la posibilidad marcharme de aquel gallinero en el que parecía iba a convertirse, pero dejarme caer al vacío nunca lo consideré una opción, y tampoco percibí grandes posibilidades de encontrar nuevo empleo, por lo que, muy a mí pesar, decidí continuar. Un error de malas consecuencias.
Al convertirte en «Führer» – cargo que lograste dando rienda suelta a tus malas artes – la empresa estaba en una situación económica boyante y con un prestigio ganado gracias al esfuerzo de dos personas que se vieron obligadas a dejarla a causa de tus ponzoñosos manejos. Su dueño, bajo los efectos de tu abducción, lejos de atribuirle el éxito a esos dos artífices, te lo imputó a ti, algo en lo que se iría reafirmando a medida que la empresa, empujada por vientos favorables – que no por tú gestión – iba creciendo, lo que le permitió crear otras dos, y vaya Vd. a saber cuántas otras cosas más.
Como «Führer», te estrenaste conmigo en una actuación que generó mi primer gran desencuentro contigo. Sabiendo la capacidad de decisión que el cargo te otorgaba, aquel aciago día, acudí a tu despacho para explicarte un problema sobrevenido y, a la vez, proponerte su solución; pero tu personalidad hecha a base de corto recorrido técnico, ambición desmedida y sin escrúpulos, hizo que ordenaras echarle tierra encima, que, naturalmente, echamos otros, no tú. Aquella decisión tuya y otras más que luego vendrían fueron, para la empresa, la viva imagen del dicho «pan para hoy, hambre para mañana», además de un espaldarazo a las pautas formuladas en la reunión que antes mencioné. Salí de tu despacho desalentado y abatido – era la primera vez, pero no sería la última – y, por eso, me pregunté ¿para qué voy a contarle otros problemas parecidos, cuando estos ocurran? El tiempo no hizo otra cosa que confirmar esa reflexión mía.
Como era de esperar, los vientos favorables para la empresa y para ti, poco a poco, perdieron fuerza, pero, ni tú como director, ni su dueño, os molestasteis en prepararla para afrontar los nuevos tiempos que se avecinaban, todo cuanto hiciste tú fue reorientar su plan comercial hacia mercados internacionales – mérito que te reconozco -, pero sin realizar inversión de ninguna clase, ni mucho menos reorganizar la empresa para afrontar los nuevos retos que el mercado internacional exigía.
En esto estaba la compañía cuando los hijos del dueño irrumpieron en ella – nunca supe sus funciones -, hecho que, aparentemente, no los colocó en tu punto de mira, aunque los pusiste bajo estrecha vigilancia pues, tu probada carrera de venenoso trepa ya te había enseñado a quien, cuando y como morder. En cualquier caso, dado el escaso caletre de aquellos advenedizos, nunca los vi ejercer como verdaderos enemigos tuyos, ni dieron el menor paso para cercenar tu ambición, bien es cierto que, al tratarse de herederos, el tiempo jugaba a su favor y en contra tuya, pues tú relación con ellos nunca fue todo lo satisfactoria que ellos, su padre y dueño de la empresa hubieran deseado.
Aquel estado de cosas te hizo pensar que, si los herederos asumían la propiedad de la empresa, tu carrera de tóxico trepa podía tener los días contados, situación que no estabas dispuesto a consentir tratándose de alguien que, como tú, ya estaba acostumbrado a ejercer de «Führer», de modo que pergeñaste un plan de acoso y derribo contra la empresa y su dueño, cuya culminación te llevaría bastante tiempo, compra de voluntades, practica de astucias varias, paciencia, grandes dosis de buena suerte, y todo ello amalgamado con tu probada zorrería en esas lides.
La mencionada bonanza económica de la empresa embelesó a su dueño, estado que aprovechaste para desconectarlo de ella, filtrándole únicamente la información que te interesaba a ti y ocultándole todo o parte de lo demás. Este estado de cosas influyó decisivamente en él, haciéndole pensar que tenía a supermán como director de su empresa, de la que, incluso, llegó a pensar que era un paradigma de modelo tecnológico. Algunos no percibíamos eso y cuando alguno le insinuó – sí, solo insinuar – que su director no era lo que él creía, simplemente se limitó a abroncarlo despiadadamente. Como tú bien sabes, pagó muy cara esa ofuscación que le inoculasteis tú y tu nutrido grupo de bien tratados y remunerados «corre ve y dile».
Ya era demasiado tarde cuando el dueño, tras salir de aquella ofuscación, quiso enderezar el mal rumbo de su empresa, pues, cuantas medidas tomó, solo demostraron que la desconocía completamente, a lo que se sumó que quienes podrían haberle ayudado en aquella tarea estaban abducidos o temerosos de ti. Algunos pensamos que la solución perfecta para la empresa era echarte de ella, pero, ignoro por qué, su dueño nunca se decidió a ello ¿Habíais firmado entre los dos algún documento o algo parecido que impedía tu despido? Francamente, cualquiera con un mínimo de sentido común lo hubiera pensado.
Como era previsible, aquellos intentos del dueño para levantar su empresa no fueron de tu agrado, por eso, y por otros inconfesables motivos tuyos, tomaste la decisión de arruinarla poco a poco, para lo que utilizaste sibilinos métodos consistentes, básicamente, en hacer que ciertas cosas fueran mal, pero culpando a otros de ello; una práctica que ladinamente implantaste, pero que, otra vez, ni el dueño ni sus hijos dieron síntomas de percibir. Naturalmente, los inculpados nunca fueron tus afectos y «corre ve y dile», y contra los demás – especialmente algunos – fue de tal magnitud tu venenoso comportamiento que serían incontables las noches de insomnio que provocaste, pues nos negaste personal y medios adecuados para desempeñar, con éxito, nuestro trabajo, además de impartir, a hurtadillas, instrucciones a tus “palmeros” para que los productos pudieran facturarse, aunque estuvieran mal – era lo más parecido a un sabotaje -.
El ya mencionado documento que sigue – paradigma de cinismo y repugnante regalo de Reyes -, pergeñado para disfrazar tus felonías, es el resultado de un comportamiento abyecto que, como el tuyo, culpa a los demás del chaparrón que, sobre la empresa caía, como consecuencia de tus clandestinos manejos y felón comportamiento con ella. Nada de él inspira sinceridad, las soluciones propuestas parecen más propias de Pepe Gotera y Otilio que las de alguien comprometido con una eficiente gestión y, por ello, no te atreviste a firmarlo. Con ese repugnante escrito ¿A quién trataste de engañar? ¿Al dueño? ¿A sus hijos? ¿Al primer fallido comprador de la empresa? ¿O a todos? A mí no, desde luego, bien es cierto que me produjo una gran vergüenza ajena pues, el autor de semejante libelo, era quien, supuestamente, dirigía una empresa poseedora de un certificado ISO 9001, de los de aquella época.
Como aclara tu cínico documento, los productos suministrados en condiciones deficientes terminaban creando duras protestas de los clientes, que, más pronto que tarde, me repercutían. Pese a ello, nunca trataste de ponerle remedio más allá de esa mamarrachada de Comunicación Interior, por lo que, muchas de aquellas protestas – de las que nunca me sentí culpable – me hicieron gran daño sicológico que, sin el menor escrúpulo amplificaste, además de llevarme varias veces y completamente desvalido a defender imposibles.
Eso sí, con gran maestría practicaste una compulsiva y endiablada manera de tirar la piedra y esconder la mano, y a quien te cantó las verdades – pocos, pero hubo – nunca sentiste la menor repugnancia al tildarlo corrosivamente de “frontal” (te suena, ¿verdad?) ante tu corro de «corre ve y dile», y cuando notabas que, por tu culpa, pasaba por un mal momento, afirmabas con saña infinita «¡que se joda!» (también te suena, ¿no?). Llegado aquí te pregunto ¿alguna vez has hecho algo sin pensar en ti? Tranquilízate, conozco la respuesta.
Con un personaje de tu catadura ejerciendo de «Führer»; con unos pedidos ofertados y aceptados por ti a precios bajo coste; y con un dueño que, por la razón que fuera, no acertó a echarte, fue muy normal que la empresa se situara al borde de la quiebra, y que, para evitarla, lo animaras a venderla, algo que no tardó en ocurrir. El comprador impuso un «ere» a la empresa y, como era previsible, en su lista de despedidos figurábamos todos los que no éramos ni afines, ni «corre ve y dile» tuyos. Por cierto, aquel «ere» permitió conocer lo bien que cuidabas a tus apaniaguados, pues la lectura pública de sus sueldos dejó boquiabierto a más de uno, por su inmerecida y gran cuantía, pero no a mí, que por entonces ya tenía muy clara tu endiablada manera de mangonear.
Finalmente, la empresa quebró librándome de lo que, para mí, fueron treinta años de infierno y, a partir de aquel momento, inicié una vida normal y satisfactoria, que, en gran medida, me habías arrebatado.
Han pasado muchos años desde aquellos hechos que tan negativamente me influyeron, pero su toxicidad sobre mí ha sido de tal magnitud que, aún hoy, sigo teniendo enervantes pesadillas que, una y otra vez, me vuelven a situar en aquel infierno creado y alentado por ti. Por todo ello, eres la única persona por la que he sentido y siento un odio radical, sentimiento que aborrezco y del que me gustaría desprenderme antes de irme de aquí. Hago todo lo posible para ello, pero…, ¡de verdad!, me lo has puesto imposible.