Nosotros, los modelistas navales

Al contrario que otras, desde mi infancia, nunca me ha abandonado la afición a los barcos y, en general, a todo lo relacionado con la mar; hice cuanto pude para permanecer cerca de ella, pero, desde hace bastante más de 40 años, la vida me situó en el, probablemente, mayor secarral de Europa.

Hasta mi jubilación estuve, como todos, entregado a la familia y al trabajo, satisfaciendo mi añoranza por la mar durante las vacaciones estivales y alguna que otra escapadita aleatoria. Hoy podría disfrutar de ambiente marino, pero problemillas familiares y personales, además de ese virus cabrón, me lo han impedido. Me hubiera hecho muchísima ilusión diseñar y construir mi propio barco, pero cuando pude no dispuse ni de tiempo ni de medios para ello, y hoy no puedo porque, aunque me sobre tiempo, también me sobran muchos años. En consecuencia, un buen día, decidí “matar el gusanillo” dedicándome al modelismo naval, afición con la que nunca tuve la buena suerte de conectar con alguien cercano para compartirla, lo que me decidió a participar en un foro especializado en el tema. Tras algún tiempo participando en él, llegué a la conclusión de que ni los demás modelistas me entendían a mí, ni yo a ellos, de modo que, muy a mi pesar, lo dejé.

A partir de ese momento incrementé en este blog las entradas de modelismo naval con la esperanza de aumentar los intercambios de opinión y experiencias con otros modelistas, algo que desafortunadamente no ha ocurrido, pues desde el día 20 de febrero de 2012, hasta el 13 de septiembre de 2021, he colocado en este blog 38 entradas dedicadas al modelismo naval de distintas temáticas, de las que se han producido 30 comentarios, la mitad de los cuales únicamente solicitando planos, y solo una de verdadero calado.

De mis experiencias como forero y bloguero no he aprendido gran cosa, salvo refrescar mis enmohecidos conocimientos de trazado diédrico, aprender algo de diseño 3D y, en ocasiones, recordar mi época de estudiante describiendo proyectos de algún modelo de barco. También me ha sorprendido la gran cantidad de modelistas – magníficos en algunos casos – que, sin tener conocimientos de interpretación de planos, construyen sus modelos prácticamente, «a ojo», pero ponen el acento en la escala que usan para hacerlos, algo que he tratado de entender sin conseguirlo. Adicionalmente he notado, en muchos de ellos, una imperiosa inclinación a interpretar los planos «a su manera» aunque tengan la posibilidad de consultar dudas con quien conoce la materia, pues son reacios a aprender algo que creen no servirles de nada, e incluyen entre sus maneras de hacer métodos poco o nada compatibles con la buena práctica, que, encima, creen que son el «no va más» del modelismo naval, por haberlos aprendido de alguien que consideran «maestro», y que también las practican; por poner solo un ejemplo, cito la ampliamente utilizada técnica de enmasillado de la que, encima, hay quien presume de ella.

A un cierto sector de modelistas navales – algunos extraordinarios, como ya he dicho – les encanta el halago, tanto, que son víctimas de él, sin percatarse de ello. Debido a eso, creen que hacen sus modelos de forma magistral, por lo que están convencidos de que todo lo que hacen en modelismo es insuperable, llegando al convencimiento de ¿para que voy a aprender más, si hago unos modelos que solo me reportan elogios? En cierto modo tienen razón, pero también los lastra haciendo siempre lo mismo, aunque los modelos sean distintos, además de impedirles descubrir otras formas de hacer, tan buenas o mejores que las practicadas por ellos.

Finalmente deseo decir que he percibido en algunos modelistas navales su escasa entrega a la lectura, como si las prisas por hacer algo se lo impidieran; con ello, cometen errores que, a buen seguro, evitarían si leyeran con más interés las instrucciones de construcción de los modelos que hacen.

Me sorprende como, también en el modelismo naval, se han extendido muchos conceptos y malas prácticas como setas en septiembre-octubre lluvioso, asunto este en el que, entre otros, han participado algunas empresas del ramo animando a métodos y técnicas que, seguramente, las rentabilizará a cambio de difundir prácticas poco ortodoxas.

Vergüenza ajena

Primero oímos por activa y por pasiva que el Sr. Sánchez – todavía presidente del Gobierno – iba a indultar a unos mindundis; después comprobamos estupefactos que han sido inexplicablemente indultados, pese a haber cometido actos contra la ley y, por ello y su condición de políticos con cargo público, enjuiciados y condenados por las más altas instituciones judiciales – a las que absolutamente nadie ha echado en cara haber hecho mal su trabajo -. Ya puede estar Vd. contento, Sr. Sánchez, pues esos agraciados mindundis seguirán afrentando muchos de los valores que la inmensa mayoría de la ciudadanía, con orgullo, hemos respetado desde 1.978, pero, eso sí, nunca han afrentado ni afrentarán el mucho dinero que han percibido, perciben y, si alguien no lo remedia, percibirán, aportado por esa inmensa mayoría que, encima, les permite «urbi et orbi» ponerse gallitos cuando creen detectar arremetidas contra lo que, torticeramente, consideran suyo.

Sr. Sánchez: ¿Ha hecho Vd. o su gobierno algo para impedir que muchísimos ciudadanos nos sintamos afrentados por esos mindundis y adláteres varios? Aunque soy consciente de que es Vd. un sectario impenitente, ello no obsta para que le recuerde que una buena gobernanza lo es para el conjunto de la sociedad y no solo para una minoría; si, ya sé que lo suyo es «sostenella y no enmendalla», además de un experto practicante del dicho «predícame Juan, que por un oído me entra y por otro me sale».

Sr. Sánchez: puede que Vd. disfrute contemplando la gran vergüenza ajena que, a muchos, nos provocan ciertas decisiones suyas; puede incluso que se considere un triunfador excarcelando delincuentes y trasladando de cárcel a ciertos asesinos convictos; admito también que dispone Vd. de los, más que suficientes, medios para lavar su deteriorada imagen y, con ello, hacer blanco lo negro; pero le recuerdo que la historia, le guste o no, es un riguroso e insobornable juez que le va a colocar en un lugar en el que, a buen seguro, nunca le gustaría estar, pero se lo está Vd. ganando a pulso.

 Sr. Sánchez: ¡que bochorno!

Zafios y bobalicones

Soy refractario a ese tipo de programas de televisión en los que, más de las veces, se desbarra sobre la vida – normalmente poco ejemplar – de algún famoso, calificativo este con el que pléyades de contertulios hacen referencia a quienes frecuentemente irrumpen en los medios a causa de motivos generalmente irrelevantes, pero con los que se embelesan gran cantidad de bobalicones empeñados en enterarse de la vida de otros para, a menudo, despreocuparse de la suya propia. Siempre que he visto u oído algún fragmento de esos tóxicos programas, me he preguntado ¿Cómo pueden saber los contertulios del programa en cuestión las paparruchadas que atribuyen a los famosos sobre los que hablan?

Dicho esto, no es difícil concluir que el binomio famoso(a)-contertulio es una simbiosis: el famoso lo es porque los contertulios publicitan en los medios las banalidades de aquel, y los contertulios arreglan su vida gracias a las tonterías que cuentan de los famosos, con lo que ambos se benefician. Lo que más me llama la atención de esta simbiosis es que siempre ha existido, bien es cierto que se ha ido adaptando a la mentalidad de la época en cuestión y lo que antes era algo discreto que se encontraba en los medios como «ecos de sociedad» – asumidos por profesionales discretos o noveles – ahora son estrellas rutilantes del firmamento informativo que, con gran boato y parafernalia, dicen cosas de famosos como si hubieran descubierto el elixir maravilloso, cuando no pasan de ser simples bobadas.

Y que decir de los famosos que, en muchos casos, se ensalzan ahora con toda desvergüenza, cuando la mayoría jamás ha demostrado el menor talento para nada, ni ha exhibido una vida ejemplar, aunque sus palmeros de los medios de comunicación (debidamente estimulados) la presenten como un conjunto de personajes a imitar. Al contrario que en otras épocas, muchos de los famosos de hoy lo son únicamente, por ser “hijos de fulanito o fulanita”, o por haber hecho alguna trastada que roza la ilegalidad o claramente incumplen la ley, pero sin haber demostrado jamás ninguna aptitud para nada relevante, poseer una mínima cultura o un «saber estar» que delate su adecuada formación, a causa de lo cual muchos exhiben de continuo una zafiedad – y en algún caso la vitola de convicto delincuente – que, en su día, los habría descalificado para ejercer de famosos, pero que hoy, lamentablemente, aplaude esa irracional masa que, cada vez más, aboban esos contertulios estrella y esas mal utilizadas redes sociales.

9 días de hospital

Antes de relatar un lamentable momento que me tocó vivir en el curso de mí última hospitalización, deseo manifestar mi agradecimiento a todos los profesionales que, con gran profesionalidad y entrega, me han atendido. No obstante, conviviendo con esa gran mayoría de buenos profesionales, de vez en cuando, se manifiestan otros que, con escaso talento y desmedido personalismo, imponen soluciones incompatibles con la buena praxis. Pues bien, lo que sigue, es el relato de una de ellas – insisto, la excepción, no la regla – de la que fui partícipe en primera persona.

En torno a las diez de la mañana de aquel día me retiraron la sonda vesical inherente a la intervención quirúrgica a la que había sido sometido, a la vez que me informaban de la condición sine qua non de miccionar para poder abandonar el hospital. Siguiendo sus habituales rutinas de atención a los pacientes, a lo largo de aquel día, muchas veces entraron en mi habitación los profesionales sanitarios, las mismas en las que, una y otra vez, me preguntaron si ya había realizado mi deseada micción que, desgraciadamente, siempre tuvo una respuesta negativa a la que seguía un «beba más agua», que yo siempre acaté.

Sin miccionar, llegué al tramo de las seis de la tarde de aquel aciago día; para entonces, el pis, espoleado por el agua ingerida, clamaba insistentemente para su expulsión sin resultado positivo que, con dolor y cada vez más, me fue llevando a una desagradable desazón y ansiedad. Ante la aparente pasividad de las sanitarias que me atendían, mi mujer, que me acompañaba, se vio obligada a decirles que tomaran medidas para sacarme de aquel mal estado, a lo que reaccionaron introduciéndome consecutivamente tres sondas vesicales sin que ninguna de ellas surtiera el efecto deseado, lo que dio motivos a una de las tres sanitarias presentes para sacar una conclusión falsa de un hecho cierto, afirmando que yo ya había hecho pis pero les ocultaba la verdad (¡que irracionalidad!), a consecuencia de lo cual, y en el momento más inadecuado, trabó una discusión conmigo para rebatir mi posicionamiento sobre ello.

Llegado aquí, expreso mi incomprensión sobre aquella inexplicable actitud de quien debería haberse comportado de forma mucho más humana con alguien que, como yo, estaba pasando por un momento realmente malo. No contenta con su posicionamiento verbal, en tono prepotente y desafiante, me instó a avisarla cuando hiciera pis, a lo que respondí levantándome de la cama y colocarme una botella orinal en la que solo vertí un hilo de sangre. Esta patética escena, en la que, gracias a Dios, me ayudó mi mujer, pudo verla cualquiera que pasara por el pasillo, pues la puerta de la habitación permaneció completamente abierta. Lamento mucho relatar una escena como esta, pero, de ella, me ha quedado la sensación de que hay quien lleva impreso en su mente lo de «viejo y jubilado, idiota garantizado».

Finalmente tuvo que auxiliarme el urólogo de guardia que, con gran rapidez, tacto, profesionalidad y destreza, supo sacarme de mi, a duras penas soportable, situación. Desde aquí deseo reiterarle mis gracias más sinceras.

Todos cometemos errores – son propios de los humanos – pero los bien nacidos saben disculparse ante quienes, por ellos, han sido perjudicados, pero no fue este el caso de aquella sanitaria que, además, puso en duda mi palabra, cuestión esta que nunca he llevado bien y, aún menos, en un tema de salud.

Modelismo naval. Descripción de mí método de diseño de un modelo de fragata tipo F – 100 (III)

Viene de:

https://ganandobarlovento.es/modelismo-naval-descripcion-de-mi-metodo-de-diseno-de-un-modelo-de-fragata-tipo-f-100-ii/

El diseño de la superestructura del modelo de fragata F – 100 ha seguido el mismo método que el empleado para el diseño de su casco, no obstante, he de decir que las fotografías de los planos de cubiertas mostrados en la revista Ingeniería Naval correspondiente a noviembre de 2002, o no son de la misma escala o corresponden a distintas modificaciones de sus proyectos, pues me han dado una inesperada guerra para conseguir una correcta correspondencia entre su alzado, planta y perfil, para lo que tuve que valerme de la inestimable ayuda de fotografías de los barcos reales.

Antes de «entrar en harina» he de decir que la superestructura de estas fragatas me parece de gran originalidad, pues es la primera vez que veo un barco militar mostrando la suya como prolongación de su casco; su estética también me gusta, aunque es bien sabido que «para gustos pintan colores».

Me refiero ahora a la Fig. 45 en la que, con mínimos detalles, está representado el alzado, planta y perfil de la superestructura de nuestro modelo, que, por cierto, es de gran sencillez si se compara con la de los antiguos buques militares.

Fig. 45

La Fig. 46 es el alzado de la Fig. 45 en el que está punteada la superficie de los mamparos laterales que delimitan babor y estribor de la superestructura (la vista representada es la del mamparo de estribor), ambos son completamente planos y están unidos al forro exterior del casco a lo largo de todo su canto inferior, hecho que merece algunas reflexiones debido a que el espesor del forro del casco y el de estos mamparos laterales son distintos.

Fig. 46

La Fig. 47 representa el corte transversal del modelo por el punto señalado con la flecha en la Fig. 46. En la parte derecha de la Fig. 47 se ve una ampliación de la zona inscrita en el círculo en la que puede verse las líneas de trazado de la cuaderna, bao y mamparos laterales de la superestructura; pero el espesor de estos últimos (hechos en contrachapado de abedul finlandés de 1 mm de espesor) y el del forro exterior (2 mm) son distintos, por lo que, para que coincidan sus superficies exteriores en la misma línea, es necesario girar los mamparos por sus extremos superiores (los señalados con las flechas naranja), el ángulo señalado. Hacer esto me obligó a un nuevo trazado de la práctica totalidad de la superestructura. Esto no hubiera sido necesario si el espesor de los mamparos de la superestructura y el del forro exterior fuera el mismo, pero eso conllevaría subir el centro de gravedad del modelo, dado que, a doble espesor, doble peso, algo desaconsejable en cualquier modelo de barco y, especialmente, en uno de guerra, como es el caso. También podría haberlo evitado si, desde el inicio del diseño de la superestructura, me hubiera percatado de cuenta esta circunstancia.

Fig. 47

Las cubiertas y plataformas se harán de contrachapado de abedul finlandés de 0.6 mm de espesor, y sus espesores se situarán por debajo de sus líneas de trazado, bien es cierto que, con este espesor, esta condición tiene escasa incidencia. Los mamparos transversales también se harán con el mismo material y espesor y están diseñados con sus espesores hacia el interior de la superestructura.

Llegados aquí, no creo exagerado si digo que el trazado de esta superestructura me ha obligado a hacer un esfuerzo impensado para refrescar mis conocimientos de geometría descriptiva “oxidados” desde el año 1.965, esfuerzo extrapolable a los trazados de los desarrollos de algunas piezas constitutivas de la superestructura.

La Fig. 48 muestra, en su parte superior, el plano de alzado de la superestructura, y, en la inferior el del desarrollo, no proyectado, de su mamparo lateral exterior de estribor (babor simétrico, aunque no incluye las ventanas ¿de ventilación? de su lado de proa), o sea, el área punteada del alzado. También se señala en ella el nº de pieza, y, para quien no esté versado en argot naval, diré que Er. es estribor, Br. babor, Pr. proa y Pp. popa.

Fig. 48

La Fig. 49 es el trazado de perfil de la superestructura, o sea, la parte derecha de la Fig. 45. En ella están punteadas en distintos colores las superficies de su mamparo frontal de proa, cuyos planos desarrollados, no proyectados, se muestran en su parte derecha.

Fig. 49

La parte izquierda de la Fig. 50 representa un fragmento del alzado de la Fig. 45 – el puente de mando y cámara de derrota del barco real -, y en su parte derecha están trazados los planos desarrollados, no proyectados (excepto los de color rojo y azul, cuya proyección es la misma que su desarrollo), de las piezas coloreadas y punteadas del mismo color en su parte izquierda.

Fig. 50

La Fig. 51 es semejante a la anterior y muestra los desarrollos de otras piezas del entorno del puente.

Fig. 51

Las Fig. 52, 53 y 54 muestran la vista en planta de la superestructura, y la 55 también el alzado. Todas incluyen también los planos de las piezas punteadas – unas desarrolladas y otras tal como se ven en planta o alzado -. En la medida de lo posible, algunas de ellas están aligeradas; las líneas de rayas blancas representan una unión con otras piezas de la superestructura y las de color naranja, achaflanados, de modo que solo las líneas continuas son las de corte del panel. Al igual que en Fig. anteriores, también están marcados los números de pieza.

Fig. 52
Fig. 53
Fig. 54
Fig. 55

Con esto, creo haber concluido el diseño de la superestructura de un modelo de fragata tipo F – 100; digo creo, porque 69 piezas son demasiadas para mí y, aunque haya tratado de evitarlo, es posible que se me haya despistado alguna. Diré también que he puesto todo mí empeño para corregir errores y, siempre que he detectado alguno, no he dudado en echar atrás para subsanarlos, pero, en contra de mi deseo, podrían existir, dado que, mi mucha edad, no juega, tampoco en esto, a mí favor.

En el momento de escribir estas líneas el programa de diseño que uso marcaba 407 horas, 51 minutos de edición.

La continuación de este relato tratará del diseño de componentes típicos y característicos de estos barcos (equipo de fondeo y amarre, mástil, elementos de comunicación, armas, etc.).

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