Inopinadamente ocurren hechos en ésta sociedad nuestra que alteran sus expectativas de felicidad, pues agreden su tan ansiado y celosamente cultivado sentimiento de “estar a resguardo de todo”. A menudo, es francamente difícil dar una explicación convincente a estos hechos, pero nunca faltan inasequibles al desaliento, empeñados en encontrar fáciles y rápidas soluciones y, en este sentido, no dudan en buscar – y, casi siempre, encontrar – al hombre/mujer al que presentan como alguien dotado de conocimientos que les confiere la facultad de explicar y dar solución a los hechos que antes referí y que, obviamente, sobrepasan las capacidades del resto de los mortales; a menudo, estos «fenómenos» son entrevistados en medios de comunicación, donde se presentan al auditorio con el nombre de expertos.
Según el diccionario de la RAE, experto es una persona «práctica o experimentada en algo» y también persona «especializada o con grandes conocimientos en una materia»; bien es cierto que la RAE no determina como se adquiere el estatus de experto, algo que me encantaría saber, pues la pléyade de expertos que, día tras día, nos sacan de nuestra pecaminosa ignorancia, se incrementa en progresión geométrica, tanto, que hoy he oído en una cadena de radio presentar a alguien como «experto en temas musicales de películas», ¡apaga y vámonos!
Categoría: opinión
Paradojas
– Tras algunas fiestas, celebraciones, saraos, botellones, etc. ¿Cómo puede decir alguien «lo he pasado súper bien», pese a haber estado al borde del coma etílico o en él mismísimo coma?
– Pregunta: ¿Cómo lo habéis pasado anoche? Respuesta: Muy bien, nos acostamos a las siete de la mañana… ¡Incomprensible!
– Quiénes pagan precios exorbitantes a cambio de prendas que, encima, exhiben nombres y logotipos de empresas ¿han pensado lo que hacen? pues, les guste o no, actúan gratuitamente como personas anuncio.
– ¿Qué beneficio obtienen las personas que dedican gran parte de su tiempo a enterarse de la vida de otras – a las que algunos llaman famosas -, desinteresándose de lo que les afecta a su propia vida? ¿se les ha ocurrido pensar en los beneficios que obtienen esos famosillos de tres al cuarto, gracias a las multitudes que se comportan como ellas?
– ¿Porqué cualquier cantamañanas cree saber más de futbol que quienes ejercen de entrenador y seleccionador de este mismo deporte?
Los buenos, se notan poco
De nuevo me voy a referir a los que nos dirigen, pues gran parte de su quehacer diario esta más orientado a dar de sí mismos una imagen pública impoluta, a practicar el pasteleo, a hacer lo inconfesable para conservar el cargo, y a fulminar a rivales – a menudo, muy superiores a ellos, humana y profesionalmente -, que a realizar una gestión encaminada a engrandecer las instituciones estatales, autonómicas, municipales, empresariales y sindicales que, por torpeza, ambición o ambos, no hacen o hacen mal; excluyo a los religiosos, pues creo que éstos requieren un análisis diferenciado del resto.
Muchos ególatras e impenitentes trepas, que ocupan puestos de dirección en los que tan cómodos se sienten y con los que tanto han soñado, son quienes nos han metido en el atolladero de tener que sufrir esta pavorosa crisis-recesión y, lo que es más chusco, nos están obligando a soportarla y a sufragarla y, con toda desfachatez, han dicho, sin que se les caiga la cara de vergüenza, que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades; esto sí que ¡¡Manda muchos h…!!
Dirigentes “de salón”
Estos días, pre y post electorales, contemplo pasmado, mañana, tarde y noche, como políticos, con o sin cargo público, hacen verdaderos esfuerzos – «pactos», dicen, eufemismo utilizado para enmascarar lo que no es más que un mercadeo – para mantenerlo u ocuparlo, dejando a un lado, de palabra y obra, la solución de los problemas que atenazan a la ciudadanía, a la vez que ciertos profesionales de la comunicación dan la imagen de ser más proclives a explicar el juego político de aquellos – en el que alguno parece participar – que de mantener informada a la ciudadanía sobre casos en los que se olvidan promesas electorales en aras de alcanzar o mantener el carguito.
Han pasado cuatro años desde las últimas elecciones, y pese al «vóteme porque somos los únicos que sabemos arreglar esto», la mayoría de los problemas existentes entonces continúan estando ahí, y algunos se han agravado. La siguiente noticia, aparecida recientemente en la prensa, pone blanco sobre negro a este respecto:
El perro abandonado
El día 10-5-2015, Domingo, sobre las once de la mañana, y estando de charla con un vecino en el porche de su casa, vimos un coche circulando – un monovolumen o cuatro por cuatro de color negro, del que no me preocupé ni de su marca, ni de su modelo, y mucho menos de su matrícula – en dirección al parque contiguo a la casa en la que paso la temporada estival. Unos cinco minutos después, tal coche circulaba por el mismo sitio en dirección contraria, pero, esta vez, corría tras él un perro que trataba de alcanzarlo, sin conseguirlo. Aquella imagen no me dejó ninguna duda de que el animal había sido abandonado, pues, a éste hecho se unieron las innumerables vueltas que dio tratando de localizar a su desalmado dueño. El perro permaneció aquel día y toda la noche errando por el mismo sitio donde el gentuza de su amo lo abandonó; aquel día, para ser de Mayo, era demasiado caluroso, por lo que decidí llevarle agua y parte de la comida de mi gato, pues lo creí imprescindible tras tantas horas en aquel estado de abandono.
El mismo día por la tarde, y tras explicarle lo sucedido al perro, pregunté a otro de mis vecinos si conocía la manera de socorrer al animal, y me comentó que al día siguiente, Lunes, hablara con su mujer quien, a su vez, me pondría en contacto con una señora dedicada, entre otras cosas, a hacerse cargo de animales en situación igual o parecida a la de este. Así pues, seguí sus instrucciones, pero para mí sorpresa, su mujer únicamente me recomendó llamar al 112 – algo que yo ya había considerado – pues, afirmó, que ciertos conocidos de ella ya lo habían hecho así, con éxito.