Mi marca España

Hace bastante tiempo que vengo oyendo y leyendo comentarios sobre un tema, en principio desconocido para mí, denominado “Marca España”. De entrada, no le presté demasiada atención pues, si bien unos comentaristas trataban el tema en un tono serio, la mayoría lo hacían con cierta socarronería, que me hizo pensar que alguien había inventado otra frase de éxito popular, del tipo «apaga y vámonos» o «poner la mano en el fuego».
Decidido a averiguar su auténtico significado, me tropecé – sorprendido – con el Real Decreto 998/2012, por el que se crea el Alto Comisionado del Gobierno para la Marca España. Admito que la forma extremadamente técnica y singular de los textos del Boletín Oficial del Estado, me superan tras leer la primera media docena de renglones; no obstante pienso que este Real Decreto creó, en su día, un Alto Comisariado para «mejorar la imagen exterior de España visibilizada bajo la denominación Marca España, en los ámbitos económico, cultural, social, científico y tecnológico». También, entre otras, se le otorga a este Comisariado la facultad de «Promover medidas para mejorar la imagen exterior de España» (Pido disculpas por si no he entendido bien el texto).
Creo que la imagen exterior de cualquier país se fragua en su interior, y está íntimamente relacionada con el diario buen o mal hacer de ciudadanos, profesionales, autoridades estatales, autonómicas y municipales, así como de los dirigentes empresariales y sindicales. Dicho esto, añado también que nada tengo que objetar a la iniciativa de la Marca España, pues creo que todo cuanto se haga a favor de la imagen exterior de España es positivo, sin embargo, creo que la mayoría de los ciudadanos estaríamos encantados de conocer los resultados de esta Comisaría, entendiendo como tales la diferencia entre lo gastado y lo obtenido por ella. Aunque creo que los ciudadanos difícilmente vamos a disponer de estos datos, ello no obsta para que, con todos los respetos, le sugiera a este Comisariado algunas propuestas que, si se implantaran, estoy seguro mejoraría inmensamente la imagen de mí queridísima pero hoy abatida España. Tales son estas propuestas que, por supuesto, hace mucho tiempo que forman parte de “Mi marca España”:

Proponer:

1º – Un acuerdo entre todos los partidos políticos para elaborar y poner en práctica un pacto anticorrupción.
2º – La reglamentación del acceso de políticos a cargos públicos, para evitar que éstos sean ocupados por auténticos zotes, pero de buena labia y mejor “pelotilleo”, cuyo único merito haya sido ganar unas elecciones o ser nombrado a dedo, pero sin haber exhibido jamás la menor cualidad para desempeñar el cargo.
3º – La reglamentación de los requisitos necesarios para desposeer de su cargo público a todo aquel político que haya sido imputado judicialmente (como ejemplo sugiero el impeachment USA).
4º – La reglamentación que impida a partidos políticos, sindicatos y administraciones públicas influir sobre los medios de comunicación con la única finalidad de que éstos informen al dictado de sus conveniencias, y provocar así la desinformación de la ciudadanía.
5º – La reglamentación de los requisitos necesarios para desposeer de su cargo público a todo aquel político que haya sido pillado en flagrante mentira a la ciudadanía (sugiero también el impeachment USA).
6º – La impulsión de cuantas medidas sean necesarias para incrementar la separación de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial.
7º – El apoyo a aquellas empresas que tienen por santo y seña la calidad de lo que hacen y no a aquellas otras que viven gracias a sus buenas conexiones en las administraciones.
8º – El fomento del esfuerzo personal y denigrar el sectarismo, la endogamia, el “pelotilleo” y el amiguismo.
9º – El incremento de la eficiencia de las administraciones públicas, sobre la base de: dimensionarlas proporcionalmente al número de administrados; evitar duplicidad de organismos; eliminar todos los innecesarios, así como aquellos otros que solo sirven como cementerio de elefantes; erradicar de las instituciones públicas los lujos desmedidos y desmesurados boatos.

Estoy convencido que ninguna de estas propuestas se llevara a la práctica y, aunque alguna lo consiguiera, su eficiencia podría interpretarse en la clave del dicho que dice «Quien a sí mismo se capa, buenos cojones se deja» (disculpas por la expresión); la historia de España exhibe muchos ejemplos de ello.

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