Pofesionales (sin r)

Pertenezco a aquel grupo de personas que siente gran respeto y admiración por el trabajo bien hecho, entendiendo como tal el que hace el conjunto de la ciudadanía todos los días y no solamente aquellos otros que, aún pudiendo tener gran repercusión mediática y estando bien hecho, tienen escasa repercusión sobre el conjunto debido a su singularidad. Dicho lo cual, paso seguidamente a describir a un conjunto de trabajadores que, de forma deliberada, por comodidad, por ignorancia o por desamor al oficio y a los demás, realizan mal el trabajo que la sociedad les ha encomendado, pese a lo cual, algunos gozan de prestigio social y, en no pocas ocasiones, disfrutan de una envidiable posición económica.

Pofesionales (sin r), manuales:

Con aire desenvuelto y con la pose de ser los profesionales (con r) más trabajadores, sacrificados y eficientes del mundo, realizan sus faenas; todos ellos utilizan ropa de trabajo de corte parecido, generalmente de color azul o gris, y una gran mayoría están convencidos de que, sea quien sea su interlocutor es un ignorante en todo lo relacionado con su oficio, convencimiento que escenifican tratándolo con cierto desdén. Tal comportamiento inocula en ellos tal bloqueo mental, que les impide evaluar cuanta sugerencia positiva puedan proponerles sus ignorantes interlocutores, a la vez que víctimas. Sigue leyendo Pofesionales (sin r)

La Gran Falacia

Los cuarenta y seis años de mi carnet de conducir me han permitido rodar, poco más o menos, un millón de kilómetros pleno de satisfacciones, sin ningún percance y, si ciertas circunstancias adversas no me lo hubieran impedido, habría rodado muchos más, pues me encantan los viajes de turismo en mi propio coche. De estas circunstancias destaco una de nombre radar que, en su conjunto, son los causantes directos de mi desapego a estos viajes, pues me resulta tremendamente agotador conducir con la vista constantemente pendiente del velocímetro del coche y que, en alguna ocasión, ha estado a punto de costarme un disgusto.

Afirmo rotundamente que las leyes, reglamentos y demás textos jurídicos están para que se cumplan. Dicho esto, afirmo también que es humanamente imposible mantener la velocidad de un automóvil dentro de los continuos cambios de los límites de velocidad de nuestras carreteras durante el periodo de tiempo que dure un viaje, pues los humanos no somos máquinas, y aunque pongamos todo nuestro esfuerzo en respetar los límites de velocidad – es mi caso que, por otro lado, me ha convertido en objeto de frecuentes pitadas que nunca había recibido – siempre habrá momentos en que la velocidad de nuestro automóvil se salga de rango por arriba. Es verdad que los reguladores de velocidad, que desde hace tiempo incorporan muchos vehículos, han ayudado enormemente a solventar este problema, pero no es menos cierto que ello supone hacer un ejercicio permanente de su regulación, actividad que, más pronto que tarde, terminará por colocarnos – probablemente menos veces que sin él – en situación de “fuera del reglamento”. Sigue leyendo La Gran Falacia

Rufianes aplicados

Son:

 Quienes valiéndose de palmeros, apaniaguados, medios de comunicación adeptos o subvencionados, engañan a la ciudadanía con el único fin de encaramarse al poder o lograr objetivos personales inconfesables.

 Aquellos que estando en la oposición afirman una cosa; pero al hacerse con el poder y sin ruborizarse, cambian radicalmente su discurso haciendo lo contrario.

 Los que, actuando como vulgares charlatanes de feria, presentan a la ciudadanía clamorosos fracasos como si fuesen fulgurantes éxitos de su rutilante gestión. Sigue leyendo Rufianes aplicados

Otro trabajo mal hecho

El relato que sigue, solo tiene interés para quienes, como yo, nos gusta el «hágalo Vd. mismo», y para que sepan a qué atenerse si tienen la mala suerte de verse inmersos en un lance parecido; así pues, aquí dejo los datos.

Un pequeño pero poderoso fallo en el calentador de agua, que lo dejó K.O., nos obligo a mi mujer y a mí a comprar otro en Bricor, sito en el edificio Grancasa de la ciudad de Zaragoza (pese a no ser éste el establecimiento más cercano), influyendo en esta decisión nuestra ya larga y satisfactoria relación con El Corte Inglés, pues hemos sido testigos, en más de una ocasión, de su buen estilo y hacer (Bricor es una empresa del grupo de El Corte Inglés).

De la gama de calentadores ofrecidos por Bricor solo excluimos la marca del averiado, por lo que decidimos comprar el que la dependienta del establecimiento nos ofreció: un Cointra Codesia, modelo E – 10P. Previamente a la compra del aparato, dejé claro que su instalación la haría yo, sin que se produjera ninguna manifestación en contra. Sigue leyendo Otro trabajo mal hecho