Pertenezco a aquel grupo de personas que siente gran respeto y admiración por el trabajo bien hecho, entendiendo como tal el que hace el conjunto de la ciudadanía todos los días y no solamente aquellos otros que, aún pudiendo tener gran repercusión mediática y estando bien hecho, tienen escasa repercusión sobre el conjunto debido a su singularidad. Dicho lo cual, paso seguidamente a describir a un conjunto de trabajadores que, de forma deliberada, por comodidad, por ignorancia o por desamor al oficio y a los demás, realizan mal el trabajo que la sociedad les ha encomendado, pese a lo cual, algunos gozan de prestigio social y, en no pocas ocasiones, disfrutan de una envidiable posición económica.
Pofesionales (sin r), manuales:
Con aire desenvuelto y con la pose de ser los profesionales (con r) más trabajadores, sacrificados y eficientes del mundo, realizan sus faenas; todos ellos utilizan ropa de trabajo de corte parecido, generalmente de color azul o gris, y una gran mayoría están convencidos de que, sea quien sea su interlocutor es un ignorante en todo lo relacionado con su oficio, convencimiento que escenifican tratándolo con cierto desdén. Tal comportamiento inocula en ellos tal bloqueo mental, que les impide evaluar cuanta sugerencia positiva puedan proponerles sus ignorantes interlocutores, a la vez que víctimas.
Es muy frecuente que su forma de trabajar delate un oficio aprendido a base de observar el trabajo de otros, de quienes también copiaron, muchas veces sin saberlo, sus malas prácticas; es como si solo supieran hacer la o con canuto, pues carecen de todo conocimiento teórico en el que se basan muchos aspectos de sus intervenciones como “pofesionales” (sin r). Consecuencia de todo ello, es que el frecuente resultado de sus actuaciones solo pueda clasificarse en el nefasto grupo del «aguanta mientras cobro», debido a su inconsistencia. Pese a estas deficiencias, todos ellos cobran como magníficos profesionales (con r), actividad que ejecutan con endiablada habilidad, tanto con IVA como sin él.
Pofesionales (sin r), no manuales:
Cuando se les observa ejerciendo su profesión, y al igual que los anteriores, aparentan ser los más trabajadores, sacrificados y eficientes del mundo; casi todos ellos utilizan traje y corbata en sus distintas versiones y, en ciertas profesiones, actúan parapetados tras específicas indumentarias. También, una gran mayoría de éstos, se muestran convencidos de que, sea quien sea su interlocutor, es un ignorante en todo lo relacionado con su profesión, que escenifican marcando distancias con él. Sorprendentemente este comportamiento inocula en ellos una soberbia que cercena su capacidad para escuchar a sus interlocutores y víctimas, con la atención que éstos se merecen.
Algunos aspectos de su forma de trabajar delatan una evidente ignorancia u olvido de lo que, en su día, alguien les enseñó en centros especializados o en la universidad; a consecuencia de lo cual, suelen ser muy poco positivos los resultados de su actuación “pofesional” (sin r). Pese a estas deficiencias, todos ellos cobran, con IVA o sin él, como consumados profesionales (con r).
Este tipo de “pofesionales” (sin r) existen en todas partes, en todos los oficios y en todas las profesiones, y pobre de quien tenga la mala suerte de caer en sus manos. Si se hiciera una evaluación seria de las consecuencias de su mala forma de trabajar, podríamos entender, no solamente las diferencias de todo tipo entre nuestro país y los demás, sino también muchas de las razones del estado de postración en la que se encuentra gran parte de la ciudadanía española actual.