El velero-yate «Bayesian» (inicialmente «Salute»)

Como más de una vez he dicho, me gusta enormemente la cosa naval, pero, desgraciadamente vivo en un país en el que los temas navales son irrelevantes para una gran mayoría de población – algo así como si viviéramos de espaldas a la mar – y, a consecuencia de ello, los medios de comunicación tampoco facilitan información más allá de lo básico, pero, eso sí, ponen gran énfasis en la comidilla relacionada con las personas involucradas en las tragedias marítimas, máxime si aquellas son relevantes; es el caso del velero «Bayesian», de cuyo reciente hundimiento hay hartazgo informativo sobre las personas fallecidas en él, pero, escasea lo relacionado con aspectos técnicos del velero y, mucho de lo publicado, parece opinión de personas que han interpretado mal los pocos buenos planos y las muchas fotografías del barco, algo no censurable cuando no media intención de engañar, o deseo de quedar bien con el manda mal.

Tras condolerme con los familiares de los fallecidos, hoy día 30-8-2024, diez días después del hundimiento del «Bayesian», trataré de explicar determinados aspectos técnicos del barco, no sin antes aclarar que, para ello, he consultado los documentos «bayaesian-formerly-salute_brochure. pdf», «Perini-Navi-SY-56m-C2392-EVOLUTION.pdf», «Página: https://www.sailingscuttlebutt.com/2024/08/27/former-bayesian-captain-offers-insight/ » y ciertas fotografías del barco, todo ello fácilmente localizable en internet.

Como es natural, ambos .pdf son folletos puramente comerciales, de modo que muchos de sus aspectos técnicos no se aprecian en ellos, pero, obviamente, vale más eso que nada. También afirmo que, de todo lo que he oído y leído sobre este barco, es la información facilitada por el ex capitán del barco, Mr. Stephen Edwards – mencionada en la página web anterior – la más fiable.

Con los datos ofrecidos por los .pdf citados, especialmente del primero y algunas fotos del barco, he trazado su plano de formas (imagen 1) que, naturalmente, no será idéntico al del «Bayesian», pero, su aproximación será la suficiente como para poder obtener de él la información que sigue.

De todo lo publicado, quizá sean la orza y el mástil del barco sus componentes más sometidos a controversia, la primera a causa de su forma, tamaño, peso y funcionalidad, y el segundo por su altura y peso. La orza es un apéndice del casco prácticamente exclusivo de las embarcaciones propulsadas a vela, y desempeña fundamentalmente dos funciones: oponerse a la escora (inclinación) del barco que el viento provoca al actuar sobre velas, casco, mástil y superestructura, además de impedir, en la medida de lo posible, su desplazamiento transversal a causa del mismo empuje. Así pues, la orza es un elemento fundamental en todo velero, y su dimensionamiento debe adoptarse tras cálculos hechos con datos cuidadosamente elegidos, tales como tamaño del barco, superficie vélica (área de las velas) y máxima velocidad del viento.

El mástil también es un componente típico de cualquier velero que se calcula tomando en consideración su superficie vélica, empuje máximo del viento, tamaño del barco, etc.

Ahora relataré lo que creo pudiera ser la orza del «Bayesian», para ello, me he basado en los .pdf y página web antes mencionados. Pues bien, en la imagen 1 está señalada la parte exterior de su orza fija: un bloque de acero – supongo que es este el material de la que está hecha, pues no recuerdo haber leído nada sobre este tema – con su sección transversal paralela a la superficie de flotación con forma hidrodinámica (probablemente un perfil NACA), unida al casco del barco (de aluminio), posiblemente con tornillos. Esta orza (la roja de la imagen 2) tiene un hueco central con forma más o menos paralelepipédica en el que se aloja otra (la de color oliva) que mediante un sistema hidráulico puede estar en la posición “a” (subida) o en la posición “b” (bajada), según necesidades de navegación. La orza en posición “b” confiere al barco una estabilidad superior a la de la posición “a”, por eso el ex capitán del barco, Mr. Stephen Edwards, menciona que, con las velas desplegadas, se debe navegar en posición “b”, por ser esta posición la que más contrarresta la tendencia del barco a escorarse (inclinarse) por efecto del viento.

Tras los trazados del plano de formas y de las orzas, determiné el peso de estas y la curva de desplazamiento correspondiente a ese plano:

Resultados:

Peso de la orza fija: 195 T

Peso de la orza móvil: 60 T

Peso total de ambas orzas: 255 T

Considerando que las geometrías que he trazado, las decidí con datos deducidos de los documentos ya mencionados y de fotografías tomadas de perspectivas desfavorables del barco, los datos cuadran perfectamente con los facilitados por el ex capitán del barco.

Los informativos han hecho mucho énfasis sobre la gran altura de su mástil, e incluso algunas han apuntado que su posible rotura (todavía no se sabía que el mástil no se había partido) favoreció la escora del «Bayesian», esto es simplemente un error de concepto, pues una rotura de mástil baja el centro de gravedad del barco y además disminuye el empuje del viento sobre él, lo que favorece su estabilidad; distinto es si se rompe con la vela desplegada (el «Bayesian» estaba fondeado y, obviamente, sin velas), pues la acción del agua sobre ellas puede complicar la situación.

La curva de desplazamiento, de este o de cualquier otro barco, es la que determina su desplazamiento en función del calado; en el caso que nos ocupa es la mostrada en la imagen 3. Así mismo, por el documento «bayaesian-formerly-salute_brochure. pdf» sabemos que el desplazamiento máximo del «Bayesian» es de 543,4 T, dato que llevado la curva de desplazamiento arroja un calado de 4,07 m. Ahora vamos a suponer hundido al barco, lo que supondría que su teórica línea de flotación pasaría por su extremo de proa más alto, de modo que en esa situación el barco tendría su calado máximo, correspondiente a poco más de 1.700 T. El resultado de restar ambos desplazamientos sería el peso necesario para hundir el barco desde su condición de máximo desplazamiento permitido, o sea, unas 1.156 T, o lo que es lo mismo tratándose de agua (para mayor comodidad considero la densidad de 1 T/m³, en vez de 1,04) 1.156 m³.

De lo dicho se deduce:

  1. Si el tiempo mínimo que algunos han dado para el hundimiento del barco ha sido de 2 minutos, en el barco entró agua con una cadencia de 9.63 m³/s.
  2. También se han dado 16 minutos como tiempo máximo del hundimiento, lo que equivale a un caudal de entrada de agua al interior del barco de 1.2 m³/s.

creo que un caudal comprendido entre ambos debió de ser el real.

Llagados aquí surge la pregunta ¿por dónde le entró al barco semejante cantidad de agua? Descartando un sabotaje que podría haberle causado brechas al «Bayesian» en su banda de estribor (no visible para los buzos, por estar apoyado sobre esa banda en el lecho marino), los únicos sitios del «Bayesian» por los que pudo entrar agua son sus varias escotillas de acceso a al interior, tomas y salidas de aire para ventilación y para funcionamiento de los motores, etc., exceptúo los portillos (ventanas) de los camarotes, que, como dijo Mr. Stephen Edwards, están pegadas al casco y no se pueden abrir, bien es cierto que podrían haberse roto por efecto del temporal, en cuyo caso también ellos contribuyeron a la entrada de agua.  Además, debe tenerse en cuenta que el barco tiene mamparos (tabiques interiores) estancos dotados con puertas igualmente estancas, con objeto de incomunicar los espacios comprendidos entre ellos, en caso de inundación. En cualquier caso, la documentación que poseo no me permite trazar el plano que señale todas estas aberturas, algo que sería muy ilustrativo. Otra pregunta ¿Cómo entró el agua por ellos si ninguno está por debajo de su línea de flotación? Solo hay una respuesta: según han dicho muchos informadores, bajo los efectos del temporal – o lo que fuera – el barco se escoró (inclinó) hacia el costado de estribor (derecho) hasta el extremo de superar su ángulo de estabilidad nula (ángulo a partir del cual el barco no se adriza por sí mismo. o sea ponerse vertical en su posición normal de flotación), una posición del barco que sitúa bajo el agua a muchas de las aberturas mencionadas, especialmente las de estribor.

Para que el agua entre por las aberturas mencionadas tienen que estar abiertas en el momento en que la tromba de agua, o el meteoro que fuera, sacudió al «Bayesian». También creo que las puertas estancas de los mamparos estaban abiertas en ese momento, de lo contrario es imposible entender tan rápido hundimiento. Sea como fuere, las autoridades italianas decidirán en su momento lo que realmente ocurrió, para lo que les vendría muy bien poner el barco en seco.

Reflexiones:

  1. Lo diga quien lo diga, ningún barco es insumergible, pues, inexorablemente, todos deben cumplir el principio de Arquímedes, por lo que cuando, por las razones que sean, su peso iguala o supera el máximo volumen de agua que puede desplazar, el barco se hunde.
  2. Los barcos como el «Bayesian» no se construyen a capricho de sus diseñadores y constructores, pues, entre otros, están sujetos a determinados reglamentos de construcción, ciertas partes del barco se calculan y, además, sus modelos o cualquier otro componente se someten a prueba para conocer su comportamiento real.
  3. Como cualquiera puede entender, ningún barco se diseña con datos meteorológicos de efectos desconocidos (¿pudo ocurrirle algo así al «Bayesian»?), se diseña sobre datos sobradamente conocidos.
  4. No entiendo que una tripulación, sea o no la del «Bayesian», no prepare su barco para afrontar una tormenta, como mínimo, cerrando todos los elementos del barco antes mencionados.
  5. Quienes voluntariamente crean y difunden información falsa, convierten en malvada a una profesión admirable como es la de informar.

Tontas y tontos

Según el diccionario de la RAE, tonto es el adjetivo que identifica a la persona falta o escasa de entendimiento o de razón. Viene esta definición a cuento de un percance de tráfico rodado en el que me vi inmerso el pasado día 24-7-2024, a una hora en la que el sol castigaba con dureza.

El percance mencionado se produjo en una rotonda – a las que les tengo verdadera tirria – tal como muestra la imagen 1.

El percance originó pocos desperfectos en los vehículos y ninguno a la conductora, a mí y a mí mujer, por lo que, al comienzo de nuestra charla, ni ella ni yo, nos preguntamos si estábamos bien.

Obviamente, un percance de tráfico rodado lo puede tener cualquiera, pues todos cometemos errores, pero la conductora del vehículo contrario, tras pararlo y apearse de él, manifestó y mostró evidentes muestras de desagrado hacia mi pericia como conductor, por lo que le respondí diciéndole que el error lo había cometido ella, algo que, claramente, no le hizo ninguna gracia, por lo que devolvió mi afirmación con airadas respuestas que ratificaban su opinión: ella lo había hecho bien, y yo mal. El tono, actitud y gestos de la conductora me aconsejaron no mantener con ella ningún intercambio de palabras sobre lo que acababa de suceder, por lo que me mantuve en silencio a la vez que le facilité los datos que hacen al caso en este tipo de percances.

Tras aquel trámite, la conductora consideró conveniente la presencia de los agentes de la Policía Local, deseo al que no le puse ningún inconveniente y, en consecuencia, mediante el móvil convocó a los agentes al lugar de los hechos.

Los agentes preguntaron cual era el carril por el que circulaban los vehículos en el momento del percance; las respuestas fueron determinantes para que los agentes, sin dudarlo, afirmaran que el vehículo que circulaba por el carril derecho de la rotonda era el que lo había hecho bien. Se me ha quedado grabada la cara que puso la conductora al oír aquello, para ella debió de ser una desagradable sentencia, tanto que comentó a los agentes: «pues siempre lo he hecho así», a lo que los agentes le respondieron: «siempre lo ha hecho mal».

Creo que nunca he sido ejemplo de nada y, como conductor de vehículos tampoco. Añado a esto que cuando me examinaron para obtener el carné de conducir no existían las rotondas o, si existían, ni siquiera figuraban en los textos de aprendizaje del Código de Circulación, al menos yo no lo recuerdo. Traigo esto a cuento porque, desde entonces, siempre he tratado de mantenerme al día en cuestiones tan vitales como lo es la conducción de vehículos a motor, para lo que he recurrido a informarme, entre otros, en los distintos medios de comunicación, además de tratar de explicarme a mí mismo porqué es necesario, conduciendo vehículos, hacer las maniobras de esta u otra manera, según señala el Reglamento de Circulación.

Dicho lo anterior, también creo recordar que la ya mencionada conductora afirmó que, en las rotondas, «casi todo el mundo hace lo mismo que yo», afirmación que me resulta incomprensible y que me trae a la memoria el sabio refrán «mal de muchos, consuelo de tontos».

Comportamientos como el de esta conductora, que no pidió disculpas tras enterarse de su incorrecta maniobra, es muy probable que abunden y, por ello, ruego comportamientos sin arrogancia, moderación, humildad, y sin edadismo, a quienes se vean involucrados en percances como el descrito.

Hipócritas (II)

Frecuentemente se menciona – siempre con temor – eso que algunos han dado en llamar inteligencia artificial, sin que los mentores de la cosa aclaren el motivo de sus temores más allá de su potencial para alterar imágenes y/o para destruir empleo.

No sé qué es exactamente la inteligencia artificial, pero a la vista del pésimo uso que, de la informática actual, hacen ciertos particulares y muchas organizaciones de toda laya, no me cabe la menor duda que muchas mentes entregadas a la informática siempre estarán dispuestas a pergeñar lo abominable con tal de que les reporte “medallas” y cuantiosos beneficios a quienes se las otorgan y, por ello, me inclino a estar de acuerdo con quienes han dado la alarma en contra de la inteligencia artificial.

Veamos, Vd. que me está leyendo, cuando llama a cualquier institución pública o privada, lo someterán a un martirio más o menos parecido al que sigue, bien es cierto que puede ser en otro orden:

  1. una voz de ultratumba le informará que la conversación será grabada con el fin que solo saben ellos, pero siempre con la intencionalidad de amedrentarlo. 
  2. también oirá una voz diciendo esta o frase parecida: nuestros operadores están ocupados ahora, pronto le atenderán. Permanezca a la escucha (mi récord de espera, lo tengo en 55 minutos).
  3. a esas despreciables voces seguirá una música generalmente mal grabada y de peor gusto, pero tranquilo, pues a quienes se atreven a llamar a organizaciones autodenominadas “de excelencia”, se les sigue baqueteando así, aunque traten de aparentar otra cosa. Si tiene suerte le cogerán el teléfono y entrará en otra fase que, a buen seguro, conocerá:
  4. para hablar con el Departamento de Desinformación (de Información lo llaman las “excelentes”), pulse 1.
  5. para hablar con el departamento de Toreo al Cliente (casi todas lo llaman pomposamente de Atención al Cliente, otra coña mariñeira más), pulse 2.
  6. para hablar con Perico de los Palotes (que nunca se pone al teléfono, porque siempre se pone su machaca que, generalmente, solo sabe lo rutinario), pulse 3.
  7. y así sucesivamente.

Según el tipo de pregunta que formule, o la mucha “excelencia” de la organización a la que llame, le pedirán para identificarlo, todo o parte de lo que sigue: su número de carnet de identidad, número de contrato que tenga con ella, parte del código de acceso que tenga para entrar a determinadas áreas de la página web, primer o segundo apellido, etc., etc. ¡Vamos! que poco les falta para que le pregunten el color del calzoncillo que lleva, pero, ¡eso sí! su interlocutor es enormemente reacio a identificarse y, habitualmente, si es Vd. llamado por la organización, lo hará utilizando un número telefónico de ¡trece cifras!, al que, generalmente, nadie responderá si Vd. trata de llamar. Ignoro la razón de uso de estos larguísimos números de teléfono, pero no me cabe la menor duda que es bueno para la organización y generalmente malo para quien recibe sus llamadas.

Si atrocidades como la descrita hasta aquí son posibles gracias a la informática actual ¿qué catástrofe para el humano provocará la inteligencia artificial? Es el pan nuestro de cada día utilizar informática perversa para poner tierra de por medio entre las organizaciones y sus víctimas a quienes llaman clientes, pero siempre, dando la imagen de hacer esto en nuestro propio beneficio, ¡paradigma de hipocresía! El cliente-victima actual solo es un ente sin rostro e impersonal, en algunos casos identificado con un número, y con la única obligación de pagar la cuenta.

Por último, si consigue Vd. que alguien atienda su llamada (muchas veces, todo un derroche de paciencia y perseverancia), le atenderá alguien que ha sido formado para rebatir las posibles quejas que Vd. pueda formular (¡siento pena de los que se dedican a tan intihumana actividad!). A menudo, le atenderá alguien muy compenetrado con la (de)formación que recibió, con unas formas de expresarse más parecidas al sistema informático con el que habitualmente trabaja, qué de alguien capaz de razonar, pues solo entienden lo que ponzoñosamente les han enseñado y descartan cualquier otra opción. Con tal de amedrentarle, este interlocutor no dudara en utilizar cualquier mal arte aprendido, además de utilizar una verborrea envolvente para convencerlo de que está en un error, pues, la organización a la que sirve nunca se equivoca. Estas organizaciones “excelentes”, jamás reconocen sus propios errores (algunas veces horrores para quien tiene la desgracia de sufrirlos).

Al hilo de lo mencionado, resalto ahora una variante en el comportamiento de organizaciones “excelentes” consistente en que cuando se percatan de haber cometido un error relevante, no atiende al damnificado cualquier currito, no, sino un jefecillo con perfil de personaje curtido en algunas batallas, bien (de)formado, con verborrea software y un enorme deseo de convencer con argumentos que generalmente ni él mismo cree. Estos “sacapechos” y repugnantes personajillos, solo me dan pena y, si logran domar a su presa, acuden hociqueando a su superior con la esperanza de que les palmee el lomo.

Para toda la tropa – de bajo, medio o alto rango – que con informática o sin ella se dedica al “noble arte” de torear a las personas (una actividad en auge), vaya mi mayor desprecio.

Viejo y jubilado… ¡malo!

Desde que la sociedad en la que vivo decidió poner punto final a mi etapa como persona que tiene un trabajo retribuido, me he dedicado, de lleno, a tratar de entender su funcionamiento, especialmente en lo que se refiere a la legislación que lo regula; de modo que hoy me considero integrado en ese club de los que nos gusta ir documentados por el mundo y, sobre todo, con criterio propio – naturalmente, puedo equivocarme, soy humano -, pero, rara vez, hago o digo algo que pueda tener alguna trascendencia sin haber sopesado antes sus posibles consecuencias.

No siempre aprecio esta actitud en las generaciones jóvenes, pues, una y otra vez, dan la imagen de conceder únicamente crédito a sus iguales, a la vez que, de forma un tanto despótica, ningunean la experiencia y conocimientos de sus mayores pues, a causa de sus prisas por llegar a no se sabe dónde y sus limitados conocimientos extra tecnológicos, se precipitan tomando decisiones, que, de vez en cuando, les reporta algún que otro disgustillo. Aunque se beneficien de ellos, tampoco saben reconocer los aciertos de los viejos. Parece que abordan su vida sin tiempo para dedicarse a otra cosa que no sea aprender y practicar las últimas tecnologías que prefiero no mencionar, solo sea por una vez.

Creo que deben ser legión quienes participan en eso que ha dado en llamarse redes sociales que, lejos de unir a los individuos, los ha separado. ¿Quién no ha visto a varios jóvenes reunidos sin hablar entre ellos, pero todos “enchufados” al móvil? Me produce gran tristeza ver algo así, y creo que sus negativas consecuencias deberían animar a los expertos en la cuestión a alertar a los poderes públicos sobre su maleficencia. Serán pocos los jóvenes de hoy que hayan leído más de media docena de libros, algunos de lectura fundamental, pues esos mal utilizados móviles los aísla de tal manera que les hace creer, para mayor inri, que la verdadera cultura y conocimiento la poseen cuando, con gran ardor, los empuñan, animándolos, además, a minusvalorar a quienes no participamos en ese rito. En los años que tengo, jamás he visto tantas faltas de ortografía en personas con título superior o medio, basta con leer los periódicos para comprobarlo; tantos textos incorrectamente redactados que solo son comprensibles para ese grupo de analfabetos que, encima, alardean de no saben qué; ignorancia absoluta de la historia de España y menos aún de la de otros países; desconocimiento de la geografía de su país; incapacidad para distinguir el gótico del barroco; y prefiero no entrar en cultura musical porque, en términos generales, la música de hoy no pasa de ser un ruido informático atiborrado de mucha furrufalla de luces ¿Dónde está la rebeldía de la que históricamente siempre han hecho gala los jóvenes? ¿Tanto les está afectando el uso masivo del móvil que les incapacita para pensar independientemente de los demás y tomar como correcto patrón de vida los ladinos mensajes que reciben a través de él, y que, encima, tildan de “sistema” a admirar e imitar?

Estoy a favor del avance tecnológico; con lo que nunca estaré de acuerdo es con la utilización de tanta tecnología para abusar o laminar el libre pensamiento de las personas pues, lamentablemente, he sido testigo de críticas a viejos por el simple hecho de estar en desacuerdo con ciertas prácticas comerciales actuales, o por su frontal oposición a este atroz método «Para hablar con fulanito, pulse uno; con citanito, pulse dos… Todos nuestros operadores están ahora ocupados, permanezca atento, gracias»; estado en que los segundos dan paso a los minutos, estos a las horas y es grande la suerte si algún humano atiende tu llamada. Para su vergüenza, esta inhumana práctica también la utiliza la administración pública contra sus mal administrados. Pongo solo un par de ejemplos, pero, desgraciadamente, hay muchos más que utilizan las últimas tecnologías como burladero y siempre en contra del ciudadano, especialmente contra los que ya nos ha pillado «talluditos» para asimilarlas.

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Vergüenza ajena

Primero oímos por activa y por pasiva que el Sr. Sánchez – todavía presidente del Gobierno – iba a indultar a unos mindundis; después comprobamos estupefactos que han sido inexplicablemente indultados, pese a haber cometido actos contra la ley y, por ello y su condición de políticos con cargo público, enjuiciados y condenados por las más altas instituciones judiciales – a las que absolutamente nadie ha echado en cara haber hecho mal su trabajo -. Ya puede estar Vd. contento, Sr. Sánchez, pues esos agraciados mindundis seguirán afrentando muchos de los valores que la inmensa mayoría de la ciudadanía, con orgullo, hemos respetado desde 1.978, pero, eso sí, nunca han afrentado ni afrentarán el mucho dinero que han percibido, perciben y, si alguien no lo remedia, percibirán, aportado por esa inmensa mayoría que, encima, les permite «urbi et orbi» ponerse gallitos cuando creen detectar arremetidas contra lo que, torticeramente, consideran suyo.

Sr. Sánchez: ¿Ha hecho Vd. o su gobierno algo para impedir que muchísimos ciudadanos nos sintamos afrentados por esos mindundis y adláteres varios? Aunque soy consciente de que es Vd. un sectario impenitente, ello no obsta para que le recuerde que una buena gobernanza lo es para el conjunto de la sociedad y no solo para una minoría; si, ya sé que lo suyo es «sostenella y no enmendalla», además de un experto practicante del dicho «predícame Juan, que por un oído me entra y por otro me sale».

Sr. Sánchez: puede que Vd. disfrute contemplando la gran vergüenza ajena que, a muchos, nos provocan ciertas decisiones suyas; puede incluso que se considere un triunfador excarcelando delincuentes y trasladando de cárcel a ciertos asesinos convictos; admito también que dispone Vd. de los, más que suficientes, medios para lavar su deteriorada imagen y, con ello, hacer blanco lo negro; pero le recuerdo que la historia, le guste o no, es un riguroso e insobornable juez que le va a colocar en un lugar en el que, a buen seguro, nunca le gustaría estar, pero se lo está Vd. ganando a pulso.

 Sr. Sánchez: ¡que bochorno!