No entiendo… ¿o sí?

Puede que sea debido a mi edad, o a un caletre incorrectamente orientado, o a mi formación, o todo a la vez, pero es frecuente que observe ciertas actitudes, comportamientos o modas, como las que señalo más abajo, en personas con las que me cruzo en la calle o veo y escucho en bares, radios y televisiones que, quiera o no, me dejan en un estado de estupor incrédulo. Éstos son solo algunos ejemplos:

  • Ir por la calle luciendo (sería más propio desluciendo) pantalones gastados y rotos, tal como si ello fuera lo más de lo más.
  • Mostrar nombres y logotipos de marcas comerciales en las prendas que se llevan puestas, como si quienes lo hacen, en vez de pagar, cobraran por ello.

  • Pasar al curso académico siguiente, sin haber aprobado el curso anterior.
  • Escribir en Internet o redactar correos electrónicos, exhibiendo un desconocimiento total de ortografía, sin entrar a considerar otras cuestiones idiomáticas de mayor calado, poniendo de manifiesto – las más de las veces – la ignorancia culposa de quién lo hace. ¿Tendrán estudios? o si los tienen ¿habrán aprobado por que lo marca la ley? Sea como fuere, son auténticos analfabetos. Eso sí, conozco a algunos que han logrado situarse muy bien en la vida, y encima presumen como pavos reales de no se sabe qué.
  • Poseer titulación superior o media, e incluso algún máster y dominio de idiomas, pero no encontrar el trabajo equiparable a esa formación. Conozco personas en una situación como esta. ¡Lamentable! Un país que no aprovecha los beneficios de una buena formación ¡Incierto presente y futuro le aguarda! La súper abundancia de políticos mediocres y empresarios (por llamarlos de alguna manera) de vía estrecha, unida a una corrupción desmandada (¿devuelven los corruptos el dinero afanado?) y monumental evasión fiscal, de la que solo conocemos la punta del iceberg, dan lugar, entre otras bribonadas, a esto.
  • Delinquir o estar próximo a ello, y luego mostrarse en ciertos nauseabundos programas de televisión (de gran audiencia, para más inri) como víctima y respetable ciudadano(a). Por lo visto, vale cualquier cosa para mantener o incrementar la audiencia.
  • Ver asesinatos mil en las películas y series que diariamente emiten las cadenas de televisión, sin que absolutamente nadie alce su voz en contra, pero sigue provocando cierto escandalo ver una escena de sexo, aunque esté hecha con buen gusto.
  • Estar gran parte del día pendiente del móvil, a cambio de un mayor o menor gasto, y de ciertas – más que dudosas – satisfacciones.
  • Comprar un coche de relumbrón para lucirlo, casi exclusivamente, ante amistades y ciudadanos varios, durante algún que otro fin de semana.
  • Gastar una porrada de dinero en algo de lo que se ignoran muchas de sus utilidades, sin estar por la labor de descubrirlas y emplearlas tras aprender su manejo.

Tratar de aprender sin esfuerzo, una de las grandes utopías de ciertas ideologías y manida obsesión de alguno de sus intérpretes.

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