Desde hace poco más o menos medio siglo – en otros países más – los españoles nos hemos motorizado a base de realizar un gran esfuerzo económico, sin olvidar también el coste personal y social causado por los graves problemas derivados de los accidentes de tráfico. Ninguno de estos importantes inconvenientes nos ha disuadido, ni a conductores en activo ni a futuros conductores, de poseer vehículo propio, lo que me hace pensar lo siguiente ¿Qué tienen los coches para que gustosamente hagamos tantos esfuerzos para poseerlos? Sigue leyendo La ubre con ruedas
Trabajo mal hecho
Vivimos en una nación en la que una parte importante de su ciudadanía contempla como algo normal su desenvolvimiento en la vida siguiendo la ley del mínimo esfuerzo personal, dentro de su más amplio espectro, que oscila entre el famoso escaqueo y la subvención inmerecida; en cualquier caso, también hay otro aspecto muy relacionado con este esfuerzo al que los poderes públicos españoles deberían tener muy en cuenta a la hora de fomentarlo y darle su apoyo, que no es otro, que el TRABAJO BIEN HECHO, así ¡con mayúsculas! Sigue leyendo Trabajo mal hecho
Libro: Peligrosos demócratas. Antifranquistas vistos por la policía política
Autor: Alberto Sabio Alcutén
Tema muy interesante pero, sinceramente, esperaba un análisis más profundo del tema, hasta el extremo de parecerme la versión novelada y laboralista de la serie de televisión «Cuéntame como pasó»
Viajes: Provincia de Huesca
De todo el Pirineo que conozco, creo el de Huesca es el que representa su máximo esplendor, dicho sea sin menospreciar al resto. Creo también que Huesca es mucho más que sus maravillosos valles pirenaicos, por otro lado, muy bien descritos en magníficas guías turísticas, por lo que no voy a insistir sobre ellos; a cambio, mencionaré aquí algunos lugares que siempre me han parecido de visita obligada y a los que considero una mezcla de una belleza e interés incuestionables. Sigue leyendo Viajes: Provincia de Huesca
El felón Sr. Dos
Aquella era una empresa industrial que, por su plantilla, podía considerarse de tamaño medio. Por aquel entonces, sus productos distaban mucho de tener una sofisticación tecnológica digna de consideración, aunque D. Uno – su dueño -, tan atrevido como ignorante técnico, estaba convencido de lo contrario; tanto era así que, con cierta frecuencia, embarcaba a su personal en proyectos para los que la empresa carecía de medios – mal endémico que duró toda la vida de la empresa – y conocimientos, que algunos de sus empleados soslayaban a base de gran esfuerzo personal, de una absorbente dedicación y, no pocas veces, con ayuda de amigos ajenos a la empresa. Salvo raras excepciones, el nivel de formación de su personal era muy bajo que, frecuentemente, le hacía llegar a conclusiones falsas a partir de hechos ciertos y que, invariablemente, lo instalaba en un peligroso error de concepto que obligaba a algunos de sus dirigentes a dedicar gran parte de su tiempo a corregir tan negativo bagaje. Sigue leyendo El felón Sr. Dos